CORNADA DE LOBO
Villancico
ZAMBOMBAZO viene de zambomba. España lleva mucho tiempo cruzada de lindes de espino y fronteras mentales; siempre a muerte, don Nuño; a barrerlos, mi general; que los paseen. Hay muerte que es vecina en la cocina, amante del romántico quijote suicida, novia legionaria o pascua gregoriana en verso, elige postura. La literatura mística del Siglo de Oro trenza la vida con la muerte con tanta lujuria poética, que arroba y regodea. Aquí el místico y el borracho son muy capaces de escupir o besar a la mismísima Muerte al pie de un precipicio. La superioridad intelectual que sentimos los españoles sobre el resto del planeta se basa precisamente en presentar a la muerte como amiga del alma, poderosa y vieja amiga; y para demostrarlo a todo el mundo, nos matamos entre nosotros mismos y en ello estamos. Son muchos siglos bailando con la muerte y con el infierno, que son los otros, decía Sartre. ¿Qué nos van a decir a nosotros de nuestro destino de guerra?... Hasta en villancicos danza la muerte una sarda. Uno de los más populares y voceados en barcarolas de sobrecena mamada es el que se canta esta noche. No habla de nieves, pesebres, pastores, lumbres o paz; la estrofa entra a degüello: La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va; y nosotros nos iremos y no volveremos más. Es fuerte. ¿No había otra noche más indicada para recordar lo tremendo? Pues no; «y no volveremos más». Las navidades son de los niños... y de los ausentes. Los que no están a la mesa mojan recuerdos y ojos, meten cancamurria al alma. Y después está ese tururú, enigmático tururú entre verdades demoledoras. Es burla bien traída porque ante las tragedias solemnes solo se pueden hacer dos cosas, burlarse o mearse, ¿...que la Nochebuena se viene?, pues tururú, ¿...que nosotros nos iremos?, pues más tururú, oséase, más vida, nacer o morir, a zampar y folgar, que son tres noches. ¿Fue Lutero quien dijo ama mucho y peca mucho? Menos mal que España combatió esa doctrina con su «teme mucho y tiembla, pero peca más o menos lo mismo», catecismo con gatera. En la cunita del belén se anuncia ya la muerte y en los hospitales temen esta noche más que otra porque hay tropel de atacados de furias, muertos de pampurrio melancólico, descalabrados y cuñados con el morro partido. Es el villancico de la muerte en la cocina.