Las Naciones Unidas declaran el 2005 como el Año Internacional de la Física
La Unesco honra a Einstein, el gran genio mundial de la ciencia
El científico polaco publicó hace un siglo la primera parte de su decisiva Teoría de la Relatividad
En 1905, hace casi un siglo, Al-bert Einstein publicó la que se ha calificado como la obra cúspide de la mente humana: la Teoría de la Relatividad. Un extraordinario sis-tema de leyes que cambiaron por completo la percepción del mundo, el microscópico y el macroscópico, del espacio y del tiempo, y que revolucionaron por completo el conocimiento y en general el siglo XX, justo en un momento histórico en el que se pensaba que el hombre había alcanzado la cúspide de la comprensión global del Universo. La Unesco ha aprovechado este centenario para declarar el 2005 como Año Internacional de la Física y exaltar, en particular, el legado del gran genio alemán-sui-zo-norteamericano. A lo largo de todo el mundo se sucederán mi-les de actividades que tratarán de fomentar esta ciencia como clave para el desarrollo humano, ahora que el interés que suscita no vive precisamente una gran expansión (como el Universo). ¿Por qué es Einstein tan decisivo? Además de haber descrito el efecto fotoeléctrico (también en 1905, su año de las maravillas), por el que le dieron el Premio Nobel (la luz, bajo ciertas condiciones, genera una corriente) y que es pieza clave de la mecánica cuántica, integró en un todo los conceptos de espacio y tiempo, determinó que la luz es la mayor velocidad que existe y des-cubrió que entre masa y energía hay una equivalencia, con su célebre fórmula E = mc2: la energía de un cuerpo (E) es el producto de la masa (m) de ese cuerpo por el cuadrado de la velocidad de la luz (la constante, c). De una simple partícula, por tanto, pueden ex-traerse cantidades espectaculares de energía: fue el primer paso para la llamada Era Atómica. Un puñado de átomos, si se fisionan (rompen), puede dar luz a una ciudad. Y la da. Así se explica, por ejemplo, que las estrellas generen tanta energía. Todo es enormes explosiones de masa, que desaparece. Como tam-bién lo fue la bomba atómica. Naturalmente, esas observacio-nes y descripciones sensacionales, en gran modo antiintuitivas, fueron aceptadas con muchas dificultades por la comunidad científica, aunque finalmente las lentas evidencias de sus teorías le colocaron en el altar en el que hasta entonces había estado subido en solitario Isaac Newton. Pero el mundo ya era otro. Einstein completaría la Relativi-dad Especial con la General, once años más tarde. Newton, precisa-mente, había dicho que dos masas se atraen, sin más. Albert Einstein va más allá y asevera que la masa de un cuerpo deforma el espacio y el tiempo que tiene alrededor. La gravedad de una estrella pue-de hacer curvar, para el especta-dor, un rayo de luz, aunque éste en realidad sólo traza su camino más corto.