Malos tiempos

EL GOBIERNO ha despedido el año 2004 aprobando el anteproyecto de ley que pretende equiparar el matrimonio a las coyundas homosexuales. La propaganda dice que con esta norma aspira a lo contrario, esto es, a equiparar las coyundas homosexuales al matrimonio, pero eso es imposible, porque las funciones sociales de la unión de hombre y mujer, que son las que interesan a la Ley, no las pueden realizar personas del mismo sexo. Por el contrario, la institución matrimonial siempre se puede degradar más y más, y a los esfuerzos de algunos particulares por lograr esa degradación se vendrá a añadir ahora una ley disparatada, que únicamente da satisfacción a una minoría insignificante si la comparamos con la mayoría abrumadora que no está por esa labor. El Consejo de Estado dictaminó en contra de esta iniciativa del Gobierno. Este dictamen es preceptivo, pero no vinculante, así que el Gobierno no lo ha tomado en consideración. En cambio, los separatistas de Esquerra Republicana de Catalunya han tenido mejor suerte, porque el Gobierno, dócilmente, ha acatado el informe de la comisión de expertos que da luz verde para que quinientas cajas de documentación sobre la Guerra Civil que están en el Archivo de Salamanca sean desgajadas del Archivo y vayan a Cataluña. Por alguna razón misteriosa, el Gobierno aspira a que olvidemos que sus deferencias hacia ERC se deben a la necesidad de ese apoyo para seguir en el poder, y que nos creamos que esta decisión obedece a la solvencia del informe del comité. Pero no se ve razón por la que hayamos de comulgar con esa rueda de molino. Malos tiempos corren para la seriedad en nuestra política. Por ahí afuera nos toman a pitorreo, como cualquier militar destinado en la OTAN puede corroborar en privado si no teme represalias; y ahora, en el interior de nuestras fronteras, crece el desprecio hacia un Gobierno insólitamente arbitrario, llamativamente incompetente, sectario hasta el chirrido y sin el mínimo asomo de sentido del ridículo ante cualquier estupidez que se le ocurra. Claro es que esta sensación cunde entre los que antiguamente eran considerados gente seria, pero hoy estos gobernantes parecen aspirar a que pueblen la leprosería destinada a los que no aplauden sus designios. Pese a todo, feliz año nuevo.