Dustin Hoffman se autoexilia
El actor se suma al grupo de artistas norteamericanos que fijan su residencia en Londres y asegura que lo hace porque está a disgusto en el país que gobierna Bush
La oposición de la gente del espectáculo a la política de George W. Bush, tanto al belicismo en el exterior como al puritanismo interno, está creando exiliados de lujo. El último ha sido el actor Dustin Hoffman, quien ha anunciado que a partir del otoño fijará su residencia en Londres porque no se siente a gusto en su país. Según se publicaba ayer en The Sunday Times , y recoge la agencia informativa Efe, Hoffman dispone de una vivienda en el elegante barrio de Kesington, pero hasta ahora sólo la utilizaba cuando tenía un rodaje en el Reino Unido o para cortos períodos de vacaciones. Sin embargo, Hoffman quiere convertir esta vivienda en su hogar: «Me trasladaré a Londres en septiembre. (Es una ciudad que) me encanta», dijo en la entrevista concedida al rotativo británico. El actor, que aunque nació hace 67 años en Los Ángeles lleva cuarenta años residiendo en Nueva York, explicó al periódico que su decisión de establecerse definitivamente en Londres tiene que ver en parte con su desilusión con la política de Estados Unidos bajo la presidencia de Bush. Principios democráticos Hoffman cree que están en peligro «los principios básicos» en los que se funda la democracia de Estados Unidos. «Cuando la gente tiene miedo, tiende a caer en el extremismo», señala. El protagonista de títulos cinematográficos como Rain Man o Kramer contra Kramer se suma así a la lista de actores que prefieren Londres a las grandes urbes norteamericanas. Kevin Spacey es uno de ellos, al igual que Gwyneth Paltrow, Madonna o Jamie Lee Curtis, todas ellas casadas con ciudadanos británicos. Desde sus residencias isleñas las artistas aprovechan cualquier ocasión para proclamar su antirrepublicanismo y la necesidad de reconducir la política exterior de Estados Unidos. Tal vez en los próximos meses aumente la lista de exiliados de cine, ya que antes de que George W. Bush saliese reelegido, Leonardo DiCaprio y Sharon Stone apuntaban que sería terrible criar a sus hijos (el actor todavía no tiene ninguno) en un país gobernado por los republicanos de George W. Bush. Algo parecido expresó Alec Baldwin o el mismísimo Robert Redford, que lleva años separado del star-system, y quien el otoño pasado reconocía que, de ganar Bush otra vez, se plantearía ir a vivir a Inglaterra o incluso a Irlanda, para escapar. Pero la lista de actores y cantantes que reniegan del actual presidente de los Estados Unidos es inmensa, aunque no todos tienen el mismo grado de implicación. En la primera línea están Michael Moore, el cineasta que puso sus ojos en Canadá como destino en caso de ganar Bush; el matrimonio formado por Tim Robbins y Susan Sarandon; o Vigo Mortensen, que aprovechaba los estrenos por todo el mundo de El señor de los anillos para dar a conocer su mensaje contra la invasión de Irak. Sean Penn, Oliver Stone, Marisa Tomei, Martin Sheen, Danny de Vito, Barbara Streisand, Chevy Chase, Richard Gere, Spike Lee y un largo etcétera se han mostrado siempre ferozmente antirrepublicanos, mientras otros muchos, como Ben Affleck, Brad Pitt, Robert de Niro, Billy Cristal o Meryl Streep hicieron campaña activa a favor de Kerry. Puritanismo A la cuestión política de la guerra -que unió a las gentes del espectáculo, también en Estados Unidos, en favor de la paz- se le suma la reacción de los artistas por el puritanismo imperante en el país, y que se traduce en medidas tan criticadas como el retardo en la transmisión de las señales de los espectáculos en directo después de que la cantante Janet Jackson enseñanse un pecho durante la final de la Superbowl.