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Cosas de aquí y de allá | El último escándalo en Buckingham Palace

Harry, el príncipe nazi

La polémica aparición de Enrique de Inglaterra vestido con un uniforme hitleriano en una fiesta puso de uñas a los británicos, que criticaron con dureza su última travesura

Publicado por
Imanol Allende - corresponsal | londres
León

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Harry la volvió a armar. El príncipe Enrique de Inglaterra, tercero en la línea sucesoria a la corona británica, volvió a escandalizar a la sociedad británica. Si no había sido suficiente su afición al alcohol, las pe-leas callejeras, las drogas y otros vicios, el más joven de Carlos y la difunta Diana fue sorprendido durante una fiesta de disfraces vistiendo un uniforme del ejército nazi y un brazalete rojo con una esvástica. Lo más suave que se oyó ayer en Inglaterra es que el chaval fuera enviado a Auschwitz, cuando en dos semanas su abuela celebre el sesenta aniversario de la liberación de este campo de exterminio nazi. Nadie sabe muy bien por qué Enrique se vistió de nazi, si por estupidez de un joven de 20 años mal aconsejado o porque siguiendo la tradición en cada generación de la familia real británica hay un miembro que flirtea con este movimiento fascista. Pero conociendo el pasado de Enrique (es como el rubiales de Solo en Casa pero en Buckingham Palace) todo parece indicar que fue un acto de inmadurez, o a lo sumo de desaire hacia el establishment británico que tanto le aprieta. Una mala elección El hecho es que en la fiesta por el cumpleaños de su amigo Harry Meade celebrada en la casa de éste el sábado y bajo el título lo colonial y lo indígena, alguien sacó una foto de Harry que ayer aparecía en la porta-da del rotativo The Sun bajo el título Enrique el Nazi , vestido con el uniforme del Afrika Corps de Rommel, con una copa de algo en la mano, un pitillo y un brazalete con la esvástica. Todo esto en un país aún sen-sibilizado por todo lo referente a la Alemania nazi y donde aún viven muchos supervivientes del bombardeo de Londres y del Holocausto. Clerence House, la vivienda oficial del príncipe Harry, emi-tió un comunicado el miérco-les por la noche firmado por Enrique en el que pedía perdón. «Fue una mala elección de disfraz y me disculpo», decía el comunicado. Pero ayer por la mañana hasta el líder del partido Conservador en la oposición, Michael Howard (su abuela murió en Auschwitz), exigió que fuera el propio Enrique el que pidiera públicamente perdón por su desfachatez. El escándalo saltaba el Atlántico y la asociación Simon Wiesenthal, una de las mayores organizaciones humanitarias judías, señaló que Harry debería de estar presente en la ceremonia que se celebre a finales de este mes en Auschwitz, donde se dará cuenta de lo que hizo». Reincidente Esta no es la primera vez que el nieto de Isabel II es motivo de escándalo. Hace tres años fue pillado también por la prensa fumando cannabis y bebiendo alcohol en un pub, por lo que fue enviado a un centro de rehabilitación para toxicómanos. Más recientemente atacó a un fotógrafo a la salida del club Pangaea, en Londres, y el pasado mes una ex profesora de Eaton acusaba al príncipe de hacer trampa en unos exámenes de acceso a la Universidad. Enrique pasa así a engrosar una extraña lista de miembros de la realeza británica que han rozado el nazismo, como su tío abuelo, Eduardo VIII; su esposa, la americana Wallace Simpson, acusada de pasar información a los nazis, y el padre del príncipe de Kent, el barón austriaco Gunther von Reibnitz, vinculado al movimiento nazi.