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Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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SE PRODUJO finalmente el encuentro entre ambos presidentes. El que lo es del gobierno de la nación y el que figura lícitamente como presidente del País Vasco. Y que se sepa, la reunión fue todo lo cordial y eficaz que demandaban las circunstancias y la buena crianza de los protagonistas. Y aquí lo del pregón de mi pueblo. «Se acabó lo que se daba / y si a algún hueso de taba / no le gustó la función / la comedia que se acaba / y que se baje el telón» Algo así, servía para que las indómitas gentes de la montaña cerraran sus pleitos y volvieran a lo normalidad. Porque -pese a que se cite a la democracia para justificar discursos inútiles- el litigio debiera quedar visto para sentencia, sin más apelaciones. Cuando la heroica e inalterable vicepresidenta, en función de portavoz del Gobierno de la nación, dio la cara y la cruz de lo acontecido, sellando con firma inalterable lo tratado y lo escrito, pudo dar la sensación de que efectivamente en ese mismo momento y lugar se acababan las querellas y no cabía ya otra opción real y aconsejable que envainar las espadas y volver cada mochuelo a su olivo, dicho sea con todo el respeto. Porque pese a toda la parafernalia sugerida a cuenta o a cuento de la proposición temeraria del presidente vasco por quebrantar las líneas programáticas de la legislación, todavía, quizá, tengamos que vernos las caras y las cruces con los residuos que han dejado los unos y los otros. Esto, se dirige no sin temor, no quedará así. Inevitablemente, aunque en proporciones menos activas, la cuestión, el asuntos de las reivindicaciones vascas seguirán pugnando por mantener y hasta por figurar decisivamente en la política general de España. Y consecuentemente se renovarán los motivos de recelo y las denuncias temerarias de aquellos que desde hace ya siglos, esperan que se produzca el milagro y se les den las condiciones favorables para renovar sus votos y sus apelaciones secesionistas. Que es lo que en el fondo y aun en la superficie de la pendencia se está jugando. Convendría, pues, a los efectos de reconstruir el espíritu roto de la España total, autonómica y solidaria, que a partir de este final aparente, dedicáramos todos nuestros esfuerzos en intentar borrar de toda nuestra planificación cualquier forma de reanimar la hoguera de los resentimientos. Y que nadie piensa que esta pendencia solamente implica al país vasco y al gobierno de Zapatero, porque lo que cierto es que todos estamos mezclados y comprometidos en acabar con disputas tan estériles y al mismo tiempo tan dolorosas como la lucha fraticida a que pueda llevarnos esta pelea mal cerrada. Bastaría para establecer esta línea estratégica de rehabilitación y hermanamiento con comprobar por nuestra propia parcela, a lo que nos puede llevar la persistencia de n altercado histórico que amenaza con destruirnos. Volvieron los paladines a sus campos de origen. Y a lo que debemos tender los unos y los otros es a que estos lances no se reproduzcan ni siquiera como representación caballeresca de una fiesta.

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