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| Crónica | Testimonio de una afectada |

«Es injusto que tenga que vivir con 418 euros al mes»

La precariedad de las pensiones lleva a un gran número de viudas a necesitar el apoyo económico de sus hijos debido a «una deuda del Estado con toda una generación de mujeres»

Publicado por
p. c .s. | ferrol
León

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Desde que su marido murió, hace ahora siete años, Tomasina Rozas recibe una pensión de viudedad de 418 euros mensuales. Menos de 70.000 pesetas. «Es una injusticia», lamenta. Cuenta que apenas es suficiente para su vida y que necesita regularmente la ayuda económica de sus hijos. «Conozco a mujeres que cobran pensiones más altas y les vive el marido. Y yo, que estoy viuda, no cobro más que esto», se queja. Hace unos días, recibió una notificación de la Seguridad Social. Le subirán la pensión 14 euros al mes. No será suficiente como para que sienta reconocidos sus derechos. Para Tomasina Rozas, bejarana de nacimiento, su caso y el de muchas otras en su situación es paradigmático de una deuda del Estado con toda una generación de mujeres. «Yo tengo la pensión mínima a pesar de que coticé a la Seguridad Social durante diez años. A mí me debe dinero la Seguridad Social», asegura. Diez años de cotización A los 14 años comenzó a trabajar en una empresa del sector textil. Ejerció y cotizó al erario público durante una década, hasta que se casó. Entonces, la economía familiar quedó en manos de su marido. «Era agente comercial, y compaginó varios trabajos a la vez», explica Tomasina Rozas. «Gracias a eso pudimos pagarles los estudios a nuestros hijos», añade. Y tuvieron cinco, nada menos. Afortunadamente para ella, cuando enviudó sus vástagos ya tenían trabajo, de modo que tuvo la fortuna de saltarse lo que para otras personas es un reto con tintes dramáticos: sacar adelante a la prole con los exiguos fondos de una pensión de viudedad. En este caso, la situación es la inversa: es la renta de ellos la que le permite vivir con cierto desahogo. «A mí me tienen que ayudar mis hijos, porque quieren que siga teniendo calidad de vida», cuenta. De ahí que, para Tomasina, ni su trabajo de juventud ni el de su marido, con sus respectivas aportaciones a la Seguridad Social, tengan el reconocimiento que merecen. Tomasina Rozas insiste en el argumento del agravio generacional: «Todas las mujeres que tenemos más de sesenta años somos las que sacamos adelante este país, las que tiramos de las industrias... Eso de que la mujer empezó a trabajar con la llegada de la Democracia es falso, antes ya se trabajaba, y desde muy jóvenes», explica.