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UN PARAJE de esta descomunal magnitud y en mano japonesa o de jardinero inglés sería una meca paisajística de mucha peregrinación. Nadie lo duda. Las Médulas es lugar de obra humana y natural sin par ni precedente, algo único. Es de esos raros paisajes donde necesariamente cualquiera se sobrecoge o se pasma, aunque a los leoneses nos sucede aquí como con nuestras catedrales, ni las miramos por ser de casa o las citamos a título de inventario deslumbrante cuando hay que porfiar con otras por ver cual es más rechula. Con Las Médulas se ha visto tropelía, incuria y mucho arrimamiento paleto de ascua entre la ruda municipalidad que circunda el paraje o lo desgobierna con recelos domésticos y rebotes de pelota. Se han oído todo tipo de proyectos circenses (temáticos, les dicen ahora) e ideas peregrinas ante la tentadora necesidad de su explotación turística, que la tiene garantizada y creciente a poco que se cuide el sitio y a los miles de gentes que allí acuden convocadas por la predicación de maravillas que hace quien visitó esa vieja explotación romana donde aún se muestra el gigantismo irrepetible y apabullante de aquellos ingenieros y los cien mil picos esclavos y palas lugareñas que fueron tallando sus barranqueras y esos brutales desmontes que la erosión natural fue después dibujando como un delirio de cresterías arcillosas, paisaje imposible de furaconas, galerías excavadas y medas que, con su diminutivo médula, son los montones de hierba con palo en medio del prado, un almiar cónico. La obligación de superar indolencias y carencias tuvo este fin de semana un decisivo espaldarazo. La ministra de Cultura ha comprometido recursos humanos y fondos para Las Médulas. El presidente de su fundación, Luis del Olmo, paisano de cumplir, ha sido clave en esta persuasión demostrando con su empeño que «más caga un buey que cien golondrinas». Reconózcasele su ilusión trabajada, porque la cosa se mueve. La ministra amadrinó la visión virtual del paraje que dirigió el arqueólogo Sánchez Palencia, cuya profesionalidad avala usos razonables de esta veta turística. La monumentalidad natural leonesa tiene dos hitos, Picos de Europa y Las Médulas. Inviértase prioritariamente aquí y el resto vendrá por añadidura. Olvidémonos de golondrinas. Aquí está lo medular.