Diario de León

El PP denunció que el Ejecutivo lleva a cabo una «cruzada contra los católicos»

Bono asegura que algunas posiciones de la Iglesia son contrarias a Cristo

El ministro considera una falsedad culpar al actual Gobierno de una ola de laicismo

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Antonio Paniagua - madrid
León

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El Gobierno replicó ayer al Papa y aseguró que el poder ejecutivo no puede erigirse en «guardián de la fe». El ministro de Defensa, José Bono, que mantiene amistad con algunos miembros de la jerarquía católica, rebatió las acusaciones de laicismo expresadas por el pontífice y aseveró que la Iglesia debía hacer autocrítica y preguntarse qué ha hecho para que muchos de sus fieles se aparten de la fe. El titular de Defensa mostró su sorpresa por las opiniones del Vaticano sobre el Plan Hidrológico Nacional (PHN), cuestión que escapa del terreno moral y de las costumbres. En el extremo opuesto, el PP denunció que el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero lleva a cabo una «cruzada contra los católicos». Tormenta política Las palabras de Juan Pablo II durante la visita a Roma de un grupo de obispos españoles desencadenaron una tormenta política que enfrentó de nuevo al Gobierno y la oposición. Bono, el ministro de convicciones religiosas más arraigadas, salió al paso del discurso papal, que, en esta ocasión, no es infalible. «Querer culpar al Gobierno de España de lo que se llama ola de laicismo me parece que es una exageración y sobre todo una falsedad», sentenció José Bono. El ministro de Defensa polemizó con Juan Pablo II sobre la doctrina vaticana en materia de moral sexual, al tiempo que contradijo la condena del preservativo para atajar la epidemia de sida. El miembro del Gobierno adujo que la fe pertenece a la esfera privada «y no puede estatalizarse». «Se acabó el brazo secular al servicio de posiciones intransigentes o inquisitoriales», dijo Bono, quien hizo hincapié en que respeta la figura del Papa. El ministro dijo estar muy sorprendido con los juicios de Karol Wojtyla sobre política hidrológica, asunto que no debía haber sido citado por quien preparó el discurso. «Es un asunto», dijo Bono, «del que el Papa no puede hablar de modo infalible». Para la ministra de Educación, María Jesús San Segundo, la Iglesia no debe albergar ninguna preocupación por la regulación de la asignatura de religión, materia que no computa en el expediente académico y que carece de alternativa. Precisamente, el Papa demandó que se confiera valor y rango académico a la asignatura. «Lo que hemos mantenido durante todos estos años y queremos que continúe es la obligación de los centros de ofrecer esta formación siempre que haya suficiente demanda», alegó la ministra, quien subrayó que se trata de un modelo que ha contado con el apoyo de los padres. En la misma línea, el portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, Alfredo Pérez Rubalcaba, deploró que el pontífice haya vertido «críticas desmesuradas e injustas» contra le Gobierno. En este sentido aseguró que «parece que a quien hizo el guión del discurso se le fue un poco la mano. Da la sensación de que habló en nombre de un partido que lleva dos pes», apostilló.

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