CÓDIGOS PARA USUARIOS DE VIDEOJUEGOS
Los no violentos, de estrategia o conducción, son los más vendidos
1 El PEGI (Pan european game information) es un Código de conducta de la industria europea del software interactivo relativo a la clasificación por edades, el etiquetado, la promoción y la publicidad de productos de software interactivo, que contiene una Clasificación según la edad recomendada así como Iconos descriptores de contenidos (Discriminación Drogas, Miedo, Lenguaje soez, Sexo y Violencia). Esto facilita al usuario la elección y permite que nadie compre aquello que puede herir su sensibilidad. 2 Si se comprueban las listas de los juegos más vendidos en todas las plataformas y plataforma a plataforma nos encontramos que los juegos de aventura y estrategia (donde la reflexión, el diseño de estrategias, la resolución de problemas y el análisis de medios para conseguir un fin son algunas de las habilidades necesarias) y los simuladores de fútbol o de conducción ocupan los primeros lugares de los ránkings. Los más pequeños eligen los «arcades» (desarrollo psicomotor, atención, tiempos de reacción, orientación espacial) para jugar. 3 La violencia, como la descripción gráfica de escenas eróticas es un ingrediente fundamental del espíritu humano y todas sus producciones están atravesadas por ella. La letra, por supuesto, no es una excepción. Elijo ejemplos: las fenomenales palizas que reciben El Quijote y Sancho cada dos o tres capítulos, las batallas ebrias de Gargantúa y Pantagruel, los baños de sangre en que culminan todas las tragedias de Shakespeare, los tormentos insoportables que padecen las almas condenadas al infierno por Dante. Seamos honestos: ¿qué quedaría de Los tres mosqueteros sin los romances de Portos y los memorables combates a que generalmente llevan? Toda la literatura -y el cine y el teatro- está fundamentada en la ad ministración racional de la violencia y el deseo. Los seres humanos somos capaces de la más poética solidaridad, pero también de atrocidades sublimes. No hay nada que hacer y nada que agregar: la obra de arte, en la medida en que siga pretendiendo conmover la sensibilidad de quienes se acercan a ella, seguirá celebrando lo que tenemos de elemental, utilizándolo como catalizador de la virtud, vislumbrando en ello un universo sólido en el que todo tiene correspondencia: el que es presa de la violencia o el deseo -o de las dos al mismo tiempo- sabe lo que quiere y sabe cómo conseguirlo. La tragedia es imposible sin ese principio, y muchos videojuegos, también.