A los jubilados los llevan al huerto

REPASO LOS CIENTO Y PICO programas previstos para la actual liga municipal y no veo en ellas ni siquiera mencionado, el importante capítulo de previsión social que es o que debiera ser, el de los jubilados que andan por el monte solos, en lucha constante con sus limitaciones y con las ideas redentoras que puedan surgir en la mente activa de esta o de la otra ilustrada miembro o mejor dicho miembra de la corporación. Y a prestar atención a este problema, que lo es, de los jubilados, me mueve o me obliga la noticia aparecida en este mismo periódico que se ha de comer la tierra, por la cual me entero de que una ilustre dama municipal, concejala del medio ambiente y de otras zarandajas, en el Ayuntamiento capitalino ahora por el señor Amilivia, reunió a la comisión permanente de su municipalidad -se supone, para anunciar que no solo pretende ampliar los famosos huertos agrícolas y ganaderos de La Candamia, en los cuales aparecen instalados, cien labrantines ocasionales o vocacionados, con lo cual, debe pensar la dicha mencionada señora concejala, se contribuirá muy seriamente a solucionar el paro no sólo de los que carecen de empleo, sino de aquellos que teniéndolo, municipal y seguro, muestran el mejor camino para erradicar de nuestros índices sociales al doliente jubilado. A tal fin anuncia, de que en vista de que en León existen muchos más seres necesitados de ocupación y considerando que no todos pueden ser convertidos en concejales o en empleados de zanjas, nieves y jardines, la iniciativa que se le ha ocurrido a la dicha señora, de ampliar el número de agricultores en huerto fijo municipal muy bien pudiera ser la panacea para la solución de un conflicto doblemente penoso por la pertinaz sequía que nos domina. Las listas de espera para obtener la titulatura y propiedad de una parcela es ya tan numerosa como las que se originan en las zonas de urgencia de los centros sanitarios para luchar contra la gripe. Ciento cincuenta es el número de zonas practicables que se calculan a disposición gratuita de los jubilados y aunque la iniciativa nos parece bien, porque tampoco estamos para mantener mucha población sin acomodo social digno, no deje de ser motivo de atención saber que en el municipio existe sin duda alguna precaución por conseguir para todos los miembros de la comunidad, el puesto que tienen allí, en La Candamia. A lo que ya no nos alcanza nuestra escasa capacidad de atención y de análisis es que a esta función, obligada diríamos, de la corporación se la atribuya una categoría superior a cualquier otra de las que ejecuta el ser humano, y se piense que el conseguir el palmo de tierra y el pico de labranza para el mantenimiento de un huerto puede considerarse actividad del ¡más alto nivel social!. ¡Menos lobos! Con todos los respetos que nos merece Don Mario y la misma señora Doña Covadonga, con iniciativas tan pintorescas como las de ofrecer tierra para el que la trabaja, no se solucionan los problemas de más alto nivel social y que quizá conviniera que los redactores del programa de los ciento y pico de asuntos a debatir y a resolver, repasaran su contenido y buscaran otros medios menos pintorescos de contrarrestar el cierre o venta de Antibióticos y la desaparición de los cielos de alguna de nuestras empresas, casi siempre en el aire. A la vista del mentado programa no falta quien sospecha que lo que se pretende con esta sorprendente iniciativa, es llevarnos al huerto, a los unos y a los otros.