Diario de León

Muchas y variadas dolencias que comenzaron con el atentado del 81

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Esta vez una simple gripe es lo que ha obligado a hospitalizar al Papa, algo que puede ser muy serio en un anciano de 84 años. Y más si éste sufre de Parkinson, enfermedad cuyo mayor peligro en la fase aguda es el del sofocamiento que puede causar algo tan simple como beber un vaso de agua. Por ello un catarro o un ataque de tos podrían ser también fatales. La gripe que ha provocado la crisis respiratoria de Juan Pablo II es la misma que estos días ha llevado a la cama a miles de romanos. El domingo, sonriente y rodeado de un par de niños, el Pontífice retó la fría mañana y apareció en su ventana para rezar el Angelus y celebrar el Día de la Paz con la suelta de palomas. Éstas, asustadas de la temperatura, volaron hacia el interior de la habitación y no sobre los fieles de la plaza de San Pedro. Esa misma tarde al Papa le co-menzó la fiebre, lo que obligó el lunes y el martes a cancelar los actos programados. Comunicado tardío En el comunicado de prensa, anunciado para las 9 de la mañana y que se hizo esperar hasta las 10.30, se dice que «durante la noche pasada (martes), ha proseguido la terapia de asistencia respiratoria que han permitido una estabilización del cuadro médico. Los parámetros cardiorespiratorios y metabólicos están dentro de la norma. Por lo tanto, se confirma el diagnóstico de laringotraqueitis aguda con episodios de laringoespasmos». El equipo que sigue al Pontífice está encabezado por el profesor Rodolfo Proietti, director del departamento de emergencia del Policlínico Gemelli y de su médico personal, Renatto Buzzonetti. El origen de las enfermedades del Papa hay que buscarlo en el aten-tado que en 1981 lo hirió gra-vemente en el abdomen. Más tarde, en 1992, fue un tumor en el colon lo que lo llevó nuevamente al quirófano. La tercera visita al Gemelli fue en 1993 a causa de la luxación de un hombro, y dos años más tarde, cuando se rompió el fémur. En octubre del 96 fue operado de apendicitis. Además, la salud de Juan Pablo II se ha visto seriamente afectada por el síndrome de Párkinson que padece desde hace nueve años y que, entre otras cosas, le obliga a caminar lentamente y con claros gestos de dolor. A todo esto se le unen pequeños «achaques» de la edad como la cada vez más evidente sordera o la artrosis en la rodilla que lo confinan al uso de la ya famosa silla móvil. En los últimos años ha dejado de caminar, siempre está sentado, y desde septiembre del 2003 tiene grandes problemas para hablar y leer. Le mantiene su fuerza de voluntad.

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