Diario de León

La limpieza e higiene en el hogar no es sólo una cuestión estética

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A. Álvarez - león
León

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Indudablemente que los perros y gatos nos proporcionan muchísimas satisfacciones pero es necesario saber que el pelo de los perros puede dispersar alergenos (sustancias que pueden causar alergia) por toda la casa. Sirvan como ejemplo los siguientes datos: - Los propios perros y los gatos pueden ser alérgicos a algunos de los alergenos que transporta el polvo, como las heces de los ácaros, de las pulgas, la saliva, el polen y los mohos. - En un metro cuadrado de alfombra puede haber hasta 1.000 ácaros. - Una cama normal contiene más de 10.000 ácaros, que producen hasta dos millones de deposiciones. Pensemos lo que puede contener la cuna de un perro. - Las deposiciones de los ácaros son tan pequeñas que, sólo con la actividad diaria, se trasladan al aire y al inhalarlas causan reacciones alérgicas, tanto en las personas como en los animales. - Los ácaros del polvo se alimentan de las escamas de la piel de las personas y los animales, en condiciones normales de calor y humedad. El pelo del perro no es alergeno como tal, pero al soltarlo, transporta alergenos por toda la casa. El polvo es una mezcla de muchos materiales que pueden ser alergenos, como las deposiciones de los ácaros, el polen, los hongos, fibras, bacterias, partículas de alimentos, otras partículas vegetales, insectos y productos químicos. Por eso es necesario utilizar una aspiradora adecuada capaz de absorber partículas muy pequeñas y cuando se producen fuertes reacciones alérgicas, hay que pasar la aspiradora dos veces. Si se aspiran habitualmente los colchones, almohadas, edredones y forros de las cunas de los perros y gatos, se reduce enormemente la cantidad de alergenos en el polvo. Lavar al perro y su ropa a 60º C al menos una vez a la semana asegura una drástica reducción de los alergenos. Los expertos aconsejan además aumentar la ventilación abriendo las puertas y ventanas, reducir la temperatura, sobre todo bajando la calefacción en los dormitorios; reducir la humedad, cerrando las puertas de la cocina al guisar y del cuarto de baño al ducharse, y no secar la ropa en el interior de la casa. También hay que ventilar todos los días la ropa de la cama.

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