Casi amor
UN SOÑADOR para un pueblo, ¿dónde está? Hambre que aguza el ingenio, ¿quién la tiene? Un país que no sueña en lírico se condena a pesadillas de mala prosa. Un país que no se queda con un poquito de hambre después de cenar (cosa que ya establece la sabiduría antigua; cena además paseada como recordaba Cervantes), se vuelve ahíto y tripón, le crecen tripas en el cerebro, se arrellana en su sofá y ahí se las dan todas. Un soñador para un pueblo, ¿dónde está? Todo futuro feliz nació siempre de un sueño. Suena el clarín y se cambia el tercio. Al redondel sale el vate del disparate con unos versos como corra de morcillas. Y recita a los cuernos de la luna a la salida de un pleno en la Carrera de San Jerónimo: «Ibarreche, Ibarreche, si no sabes torear, ¿por qué arremeches?, y si quieres planear, plantear o replantar, ¿por qué sólo pides leche?, ¿porque te gusta mamar?, ¿por decirte «me aproveche»?... Ibarreche, Ibarreche, si ya no toca empujar, ni malmeter ni agüevar, ¿por qué emburrieches?... Ibarreche, Ibarreche, ¿ya no habrá quien te endereche? En un tiempo de zampar, de lamer y de chupar, un gran cazo de releches tú decides arrimar sin apearte del eche, eche, eche... ¡que eches, leches!... Ibarreche, pues que te den, que te retechen con chapela requeté y gran chapa de deseche. Para tí la perra gorda, no te estreches, y los demás, mula torda, que se jodan y que pechen... y a quien tu plan desprecieche le prometes unas tortas mojadas en tu propia leche... Ibarreche, Ibarreche... que te mechen». Una agrupación brasileña de samba tiene el nombre más bonito que pueda soñarse para una peña, para un plan o para un libro de filosofía de acera. En un lírico portugués de dificilísima traducción a la prosa de nuestras calles y de este tiempo de codazos y arremetidas, esta agrupación carioca de Rio se denomina «Simpatía é cuase amor». Ay... ¡casi amor! Esa sonrisa improbable, ese saludo que la gente esconde o hurta, ese murmureo de envidias que corroen, ese gesto fosco y cazurro... sólo quedan conjurados con una simpatía que nada cuesta. Y entonces «Simpatía es casi amor». Un tratado de cortesía urbana se encierra en el lema. Un poco de simpatía y otro «poquito de por favor»... y ya está.