LITURGIA DOMINICAL
La prueba de la libertad
EL TEMA de la «tentación» no resulta cómodo para educadores y catequistas. Al menos, en nuestros días. Se mezcla demasiado con la sombra del pecado y de la culpa. Y por eso es ridiculizado por la publicidad y el espectáculo. A todos nos cuesta ver la tentación como el momento en el que se juega nuestra verdadera libertad. Hace poco trataba de explicar a personas mayores que la tentación es la prueba de nuestra resistencia interior. Estábamos en tierra torera, así que lo tenían muy claro. Me interrumpieron para decirme que ellos sabían mucho de la «tienta» y de los «tentaderos». Sabían de sobra qué es probar a un toro para ver si es de trapío o no lo es. La imagen era clara. La tentación es para toda persona una ocasión privilegiada para conocer su temple humano y su señorío interior, la valía de sus valores y la categoría de su virtud. Si eso vale para todo ser humano, el creyente ha de saber que en la tentación se evidencia la sinceridad de su fe, la firmeza de su esperanza y la entrega de su caridad. Jesús y su pueblo En el primer domingo de cuaresma se proclama siempre el evangelio de las t entaciones de Jesús. Este año, leemos el texto de San Mateo (Mt 4,1-11). Es un relato lleno de referencias bíblicas. Por medio de alusiones espaciales y temporales se nos recuerda la peripecia del antiguo Israel. El desierto fue el lugar de su prueba y el camino hacia su liberación. Y los cuarenta días de Jesús evocan los cuarenta años del pueblo caminante, al que él pertenecía. Evidentemente, por medio de esos detalles se nos dice, al menos, que las personas y los pueblos han de aprender a descubrir el camino que Dios ha reservado para ellos. Y que en ese descubrimiento y aceptación estriba su identidad, su grandeza y su libertad. Pero se nos dice algo más. Que Jesús se mantiene fiel a Dios, precisamente allí donde su pueblo rompió esa fidelidad. Antes de ser una fácil lección moral, las tentaciones son una espléndida revelación. Nos dicen cómo es el Dios de Jesús y cómo es el Jesús que nos presenta a Dios. La respuesta Por si no quedaba claro, las respuestas de Jesús al demonio son otras tantas señales de pista para el camino que los cristianos hemos de recorrer: - « No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». Ese es el rechazo de Jesús a la tentación de la autonomía. La que nos empuja a creernos autosuficientes: es decir a preferir nuestros planes a los proyectos de Dios. - «No tentarás al Señor tu Dios». He ahí la respuesta de Jesús a la tentación de la altanería. La que nos invita a vivir como si Dios no existiera o, lo que es peor, a ridiculizar constantemente y por todos los medios todo lo religioso. - «Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo darás culto». Esa es la respuesta de Jesús a la tentación de la idolatría. La que nos lleva a adorar a la técnica -aunque sea asesina-, a la política -por inicua que sea-, al espectáculo -por transgresor y blasfemo que se presente-. - Señor Jesús, también hoy nos vemos acosados por la tentación. Ayúdanos a verla como la ocasión para aceptar al verdadero Dios, para seguir tu ejemplo y para ganar la verdadera libertad. Amén.