Entre curas
INTERROGAN a un anciano benedictino por andar asomando el oremus en comprometedoras agendas etarras. Vaya por Dios, diría mi madre. Cagüen su dogma, estarán diciendo otros. Un frufrú de sotanas parece preceder a las misas de nacionalismo abencerraje en las que no hay que hacer actos de fe para creer en la transubstanciación porque en ellas la sangre es sangre y el vino sólo se usa después para marcarse un brindis de patíbulo. El hacha y la culebra ¿se descolgaron de algún retablo? Dios está con nosotros, se dice cuando un cardenal Segura bendice los tanques de Franco o cuando un párroco chapelari predica fronteras en su homilía. Eso de Dios nos guía lo dice hasta Bush. Vaya dioses tenemos. El aberchalismo pistolero nació regado de agua bendita, sostiene Baeza en su libro (al aberchalismo cazurro, sin embargo, le riegan aquí con agua de peruco y nos sale un tontín tras otro con pendoneta y subvención). Padre, me acuso de haberme cargado a un guardia civil. Pues no puedo darte la absolución, hijo mío, porque no tengo penitencia fraccionaria en estos momentos, así que cárgate a otro y vuelves después por aquí a que te ponga dos avemarías y un credo de don Sabino; puedes irte en paz, o sea, en guerra. Otro cura, irlandés y redentorista, Alec Reid se llama, se entrevistó en otoño con la cúpula etarra y después se ha venido reuniendo con Ibarreche para asesorarle (¿en inglés, en latín o en vasco?). Entre mientras, se alojaba en el monasterio de Belloq, el mismo donde reside el benedictino interrogado ahora por la jueza francesa Le Vert. El cura Reid, consejero espiritual de Gerry Adams, tiene experiencia mediadora en bronca irlandesa y fue alma «páter» de los Acuerdos del Viernes Santo que precedieron al semiarreglo del conflicto del Ira. Su experiencia y su papel podrían proporcionar acuerdo o entendimiento en las galerías subterráneas en las que ya se encuentran tentándose y hablando representantes del gobierno español y de la banda, encuentros que no se confiesan (siempre confesando), cosa que saca de quicio a Rajoy. Pero mosquea tanto cura en estos oficios. Si para Unamuno no había cosa más peligrosa que un requeté recién comulgado, habrá que preguntarse si no es mayor el peligro del preste que les da la comunión.