Diario de León
Publicado por
ANTONIO CASADO
León

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ALGUNOS empezamos a añorar la situación de hace un año en el laberinto vasco, cuando a nadie se le pasaba por la cabeza la posibilidad de un nuevo intento negociador entre ETA y el Gobierno. Lo que entonces era una hipótesis despreciable vuelve a aparecer hoy como algo verosímil. «Que pierdan toda esperanza». Aquel luminoso lema de Felipe González, compartido por Aznar y plasmado en el Pacto Antiterrorista propuesto por Rodríguez Zapatero, se había consolidado y la propia banda terrorista, a la que iba dirigido el mensaje, había llegado a asumirlo como el presagio de su derrota a corto o medio plazo. No fue un hecho aislado. La sensación de inutilidad se apoderó también del brazo político de ETA, y del mediático, y del juvenil, y del internacional, y del financiero, y del sindical, sometidos a un acoso implacable con todos los medios legales al alcance del Estado. Una realidad documentada y constatable al paso de los días, pero de ninguna manera casual, sino inducida por la estrategia de «firmeza democrática» puesta en marcha por el Gobierno del PP y apoyada por los socialistas. Incluía la ilegalización de Batasuna y un persistente acoso policial y judicial contra el terrorismo y su entorno. Quiero decir que el mundo del nacionalismo radical estaba desmoralizado, inactivo, con una capacidad de maniobra muy reducida, sobre todo en el tejido municipal del País Vasco, mientras que aumentaban las detenciones de etarras y disminuían ostensiblemente los actos terroristas, incluidos los callejeros. Y, de repente, en el aire político y mediático ha vuelto a instalarse la sensación de que la negociación de ETA con el Gobierno vuelve a ser posible. «Si lo hace, hágalo discretamente», se ha permitido aconsejar Imaz al presidente del Gobierno, algo impensable hace un año. Y mientras tanto, ETA atenta en Guetxo y en Madrid, el terrorismo callejero parece estar reactivándose, los cachorros del nacionalismo con ira se echan unas risas en la Audiencia Nacional, y el retorno de Batasuna a las urnas vuelve a ser tratado como algo verosímil. No sé si tendrá algo que ver pero el «hablando, en secreto, se entiende la gente» parece haber desplazado a la política de firmeza democrática, que fue, junto a la política económica, uno de los dos grandes aciertos del Gobierno Aznar.

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