Diario de León

HIGIENE Y GINECOLOGÍA

Sólo se salva una rudimentaria higiene dental

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Durante toda la obra, Don Quijote se baña dos veces voluntariamente. «Antes de todo, con cinco calderos o seis de agua se lavó la cabeza y rostro, y todavía se quedó el agua de color de suero». Nos imaginamos cómo estaría para quedar el agua de ese color. No obstante las penalidades provocadas por las enfermedades de los dientes hicieron decir a Don Quijote «más vale un diente que un diamante», importancia que se constata cuando repite después de terminada la comida, «se quedará recostado sobre la silla mondándose los dientes como es costumbre». Las mujeres presentes en El Quijote tampoco eran un ejemplo de limpieza. Maritornes era sucia y desaliñada «y su aliento y otras cosas que tenía en sí la buena doncella, no le desengañaban, las cuales pudiera hacer vomitar a otro que no fuera arriero». También dice Cervantes cómo su aliento olía a «ensalada fiambre y trasnochada». También habla de la menstruación, llamada por Lope de Vega «la mala semana», cuando en la Cueva de Montesinos, al hablar de Belerma, Don Quijote dice «no toma ocasión su amarillez y sus ojeras, de estar con el mal mensil ordinario en las mujeres porque ha muchos meses y aún años que no le tiene ni asoma por sus puertas». Alguna crítica médica también está presente, como el caso de Miguelturra, que dice que es viudo porque murió su mujer «o por mejor decir me la mató un mal médico, que la purgó estando preñada». La Condesa Trifaldi cuenta las aventuras de la princesa Antonomasia, la que después de haber admitido en su estancia a Don Clavijo, vióse que al poco tiempo al andar «mostraba no sé qué hinchazón en el vientre». Sin comentarios.

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