El objetivo es hacer compatibleel desarrollorural con la protección del medio natural
Además de proteger y conservar las especies de fauna y flora silvestres, así como sus hábitats, la inclusión de espacios en la Red Natura 2000 no implica, a priori, que haya que modificar o eliminar las actividades agrícolas, ganaderas o forestales. La conservación no es incompatible con las actividades humanas. Muchas áreas naturales dependen de ellas para su supervivencia y su inclusión en la red servirá para potenciarlas. Por eso, el principal objetivo es integrar el desarrollo rural y la protección de la naturaleza en lo que debería ser un tipo de desarrollo sostenible. Se trata de una fórmula compleja, pero también la que cuenta con mayor diversidad de apoyos financieros. Además, la conservación de la naturaleza puede originar actividades de tiempo libre, turismo ecológico, elaboración de productos naturales, etcétera. Desde la UE se quiere que llegue a las comunidades locales el mensaje de que la red no supondrá restricciones, sino oportunidades. En este sentido, la Comisión Europea cuenta con una campaña informativa para que los sectores implicados (autoridades, asociaciones, ONG, residentes) participen en su consolidación. Algunos mitos La designación de los espacios protegidos que serán incluidos en la Red Natura 2000 origina, en muchos casos, falsas conclusiones entre los habitantes de esas zonas debido principalmente a la falta de información. Por tanto, conviene aclarar algunas de las cuestiones que provocan más preocupación. En primer lugar, la Comisión Europea no decide por su cuenta los Lugares de Interés Comunitario que deben formar parte de la Red. La lista es propuesta por los Estados y aprobada posteriormente por el Consejo de Ministros comunitario. Tampoco es correcto que no puedan llevarse a cabo nuevas actividades una vez que la Zona de Especial Conservación (ZEC) esté incluida en la Red. La Directiva, en su artículo 6, requiere la realización de evaluación de impacto ambiental para los nuevos planes o proyectos que se vayan a realizar y solamente se dará la conformidad tras haberse asegurado que no causará perjuicio a la integridad del lugar en cuestión y tras haberlo sometido a información pública. Pensar que desde Bruselas se determinará lo que se puede hacer en cada espacio natural también es falso. Tanto la Directiva Hábitats como la Red Natura 2000 están basadas en el principio de subsidiaridad. Los Estados Miembros deberán decidir lo mejor para conservar sus ZEC y su decisión deberá tomarse de acuerdo en un espíritu de colaboración y codirección con todas las partes implicadas. La información, consulta y consenso debe ser prioritaria. Hay que recalcar, igualmente, que los gastos de protección no recaerán sobre los habitantes de los espacios de la red porque se hacen cargo de ellos tanto los Estados como la Comisión Europea. La Directiva no prevé el establecimiento de ningún fondo europeo específico para costear dichos gastos pero existe una amplia gama de oportunidades para la financiación con fondos comunitarios (Fondos de Cohesión, Estructurales, Life y medidas de acompañamiento de la PAC. Finalmente, aunque no obliga directamente a la integración de la Red en otras políticas sectoriales (transporte, turismo, agricultura, pesca y ordenación del territorio) su aplicación lo exigirá. Los próximos años serán claves para ello, con la reforma de los fondos estructurales, la reforma de la PAC y la nueva legislación sobre impacto ambiental.