Diario de León

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ES BLANCO y lo pone la gallina. Lo de cobrar el tres por ciento de comisión en contrataciones públicas es un huevo pasado por el agua bendita de una corporación maldita, huevo de víbora que ha puesto Maragall en el mismísimo nido de la candidez, palabra que tiene todo que ver con la figura del candidato, pues una toga cándida -o sea, blanca- era lo que debía llevar para taparse la estampa y las sospechas todo aspirante político al Senado de la Roma imperial, el candidatus. Lo blanco es la ausencia de negro o de «marrón». Ya. Y la candidez tiene un nido. Y el nido está acolchado con un tres por ciento (qué baratitos son los catalanes; aquí te dicen el cinco de mano o hasta un diez sobre beneficios de promoción). Y ahora unos se llaman a escándalo y otros a perplejidad. Eso de las comisiones no nos sonaba de nada, claro. Son sólo rumores, por supuesto. Nada está probado. Tranquilos, pues. Marcialín, el de mi barrio, dice que todos los políticos son unos chorizos. Exagera. Yo, también. Generalizar es pecado, dicen. No todos los políticos están pringados. Así lo replican con desaire y muy ofendidos en las tertulias de estos días gentes de la basca política. Existen muchos probos servidores de lo público de intachable conducta y de altruismo contrastado, insisten. Ya. Que unos cuantos estén en el mondongo revolviendo el caldero no afea a la generalidad, subrayan. Ya. En todas las profesiones existe corrupción. Ya. No generalices o vas al fiscal. Ya. No todos lo son. Sin duda, me digo. En la matanza del gocho ocurre exactamente lo mismo; no todos los que participan en el sacrificio son los autores materiales del crimen; sólo uno lleva en la mano el cuchillón para dar estocada mortal en el sobaquillo del marrano. Pero la ley del refrán es incontestable: «Tanto peca el que mata como el que tira de la pata». Habrá políticos de impecable trayectoria y honradez acrisolada; ni lo cuestiono; pero ¿viste alguno que denunciara públicamente o en privacidad judicial lo que sin duda ha visto hasta la saciedad por su cercanía al mondongo?, ¿tuvo alguien vergüenza torera para salirse de la peña y no quedarse apresado en la sospecha de la complicidad o del silencio?, ¿siguen ahí?, ¿no les incomoda permanecer junto al que trinca, amaña o trampea?... ¡Pues entonces!...

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