Diario de León

La reina impone una bendición sin cámaras

El príncipe Carlos, ayer en su visita a Sri Lanka por el tsunami

El príncipe Carlos, ayer en su visita a Sri Lanka por el tsunami

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efe | londres

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Los británicos podrían quedarse sin ver en sus televisores la próxima boda entre el príncipe Carlos de Inglaterra y su prometida, Camilla Parker Bowles. La reina Isabel II no quiere que se filme ni la parte civil, ni la religiosa del enlace de su primogénito y heredero del Trono, por lo que esa ceremonia sería la primera boda real de los tiempos modernos que no captan las cámaras, aseguró ayer el diario Daily Express . A su vez, el arzobispo, Rowan Williams, parece hecho, como Hamlet, un mar de dudas sobre la conveniencia de permitir que las cámaras sean testigo del momento en que la Iglesia Anglicana da su aprobación espiritual al polémico casamiento. Williams, que se enfrenta ya a un cisma de las iglesias anglicanas de todo el mundo por la tolerancia de Estados Unidos y Canadá a los homosexuales, teme que el hecho de mostrar su bendición a través de las cámaras provoque nuevas divisiones entre los fieles. Cuando se anunció la boda, el pasado 10 de febrero, las personas próximas al príncipe de Gales dejaron muy claro que esperaban que se televisase, pero la reina parece reacia en vista de la reacción hostil de muchos de sus súbditos. El domingo surgieron ya las primeras dudas sobre si los telespectadores podrán ver al menos breves extractos de la bendición por parte de una Iglesia de la que, en caso de reinar un día, Carlos sería cabeza suprema. La decisión final corresponde a Isabel II, como ocurre con todo lo relacionado con la administración de la capilla de San Jorge, del palacio de Windsor, donde tendrá lugar la ceremonia religiosa, después del enlace civil, el próximo 8 de octubre. Servicios polémicos Según la prensa, una parte del servicio religioso podría resultar polémico, y así es probable que el arzobispo pregunte a Carlos y Camilla que expresen su arrepentimiento por los pasados pecados. Esa petición corresponde a una parte de la ceremonia en la que se insta a las parejas consideradas responsables de sus anteriores divorcios a mostrar contrición. Los tradicionalistas de la confesión anglicana tienen también sus dudas sobre si la Iglesia debería dar su bendición al matrimonio, y algunos creen que la transmisión por televisión de la ceremonia podría encrespar aún más los ánimos

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