Diario de León

EL AULLIDO

Instituto Castellanoleonés

Publicado por
LUIS ARTIGUE
León

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LA CULTURA, junto a la imaginación y al amor, son los instrumentos de que dispone el ser humano para mejorarlo todo. Por eso la gente con responsabilidades culturales, lo sepan o no, tienen en sus manos una misión que tiene que ver con la verdad, con la honestidad y con lo mejor de cada uno. Para defender una identidad y una idea, más aún cuando esta idea es de carácter cultural, hace falta apoyarse en la verdad porque si la cultura y la inteligencia también mienten, también se compran y se venden, forman parte de la ceremonia de la confusión, entonces no sólo pierde el humanismo, perdemos todos. Ya que la cultura es el cimiento de lo humano, ¿con las traiciones de la cultura empiezan a desmoronarse las sociedades? La Junta, como intentando fabricar en serie una identidad que no existe, va y crea entes como el Instituto Castellanoleonés de la Lengua. Ya el nombre encierra una contradicción, pues no existe filológicamente la lengua castellanoleonesa sino sólo el castellano, claro, y el leonés como dialecto, éste también con literatura y hablantes, que aún se conserva en el norte de León y Asturias. Pero en la memoria de actividades de dicho ente cultural resulta que todo se ha hecho en Castilla y sobre el castellano, y para nada se ha ocupado del leonés ni de León salvo en lo que se refiere a pedir dinero a nuestros ayuntamientos y a la Diputación. ¿Por qué se llama entonces Instituto Castellanoleonés de la Lengua y no Instituto Castellano? Con todos los respetos yo, que no soy leonesista sino ciudadano del mundo, me siento ofendido por esa manipulación instalada en la mentira, y que como tal empobrece a quien la dice y a quien la apoya, sí, y a quienes le den crédito. Pero ofende aún más, que nuestras instituciones no vean ese señuelo, o sean cómplices. ¿Cómo se explica que la Diputación forme parte de ese Instituto? Precisamente en este siglo XXI la cultura, frente a la globalización económica diluyente, ha impulsado toda una potenciación de lo postcolonial y específico superador del centralismo. Así se han ampliado, por ejemplo, nuestros horizontes lectores con la incorporación masiva a nuestro bagaje de la literatura hispanoamericana, enriqueciendo el castellano con su especificidad, y también de la literatura guineana con interesantes autores como Donato Endongo Bidyogo. Igualmente el leonés, creo yo, ha producido y produce literatura postcolonial que el canon castellano no debiera ignorar, y como ejemplo no sólo está Xuan Bello sino también la nómina de novelistas leoneses. Por eso parece claro que el Instituto Castellanoleonés de la Lengua sobra, ya que discrimina una parte de la cultura de esta comunidad, y para hacer lo que hace, promocionar sólo el Castellano, ya tenemos la Real Academia y el Instituto Cervantes. Ya que lo que no está atendido es la cultura leonesa y su lengua, para lo cual no existe ninguna institución supraprovincial específica, ¿por qué la Diputación no propone a la Junta la creación de un Instituto Leonés financiado por dicha institución autonómica y también sus ayuntamientos incluidos Valladolid? ¿No tendría más sentido que apoyar eso otro de concepto tan interesado? Actualmente en todo el mundo las humanidades están revisando su canon. Tradicionalmente el canon ha sido principalmente masculino, cristiano, blanco, heterosexual, occidental, centralista y de clase media, pero con la llegada del postmodernismo se ha repensado el canon para hacerlo menos uniforme, más atento a lo minoritario y más consciente de que lo distinto no sólo no es una amenaza sino que enriquece. Así ha surgido el multiculturalismo y su principio de interacción positiva. Parece que en los ámbitos institucionales de Castilla y León se quiere volver al pasado. Es muy común en política abrazar una idea por conveniencia y luego hacer acopio de argumentos para defenderla, tal ejercicio, cuando lo secunda la gente de la cultura, lo hacen sabiendo que están en contra de la verdad emocional, del valor de la cultura, de la verdadera ideología y de sí mismos. Qué triste.

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