Diario de León

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PUES va a ser verdad. Tiembla el suelo, tirita el alma y se congelan los mocos con los modos en que se cumple aquel refrán que dijimos, «Pascuas marciales, pestes y calamidades». Torcido y peinado de contrafortuna viene siendo este dosmilcinco desde sus inicios. Febrerico el loco ha aportado también su carrada de catástrofe y disparate al maleficio del refrán, que en enero ya se cebó. Al profeta que lo acuñó lo confunda Dios en algún limbo de agoreros. Es el fatun de las Pascuas que caen en marzo. Inventariemos lo último: galernas que chutan sus furias con almas de marineros muertos, impensables temporales de hielo donde sólo piensa el sol, torres de Babel que encierran barullo negociante convertidas en la ceniza tiesa de un gigantesco cigarro puro que se han fumado los demonios, tierra que huye bajo los pies y casas de un monte Carmelo furacado con túneles de negror por los que corre que se las pela un tres por ciento disfrazado de guantazo en los morros, inundaciones devastadoras en el Pacífico, metrallas bagdadíes con vocación de apoteosis, fuego amigo que estofa periodistas, nuevos tsunamis de gente guapa y basca pública que acuden en oleadas a las costas del Índico buscando foto, ordeñando una lagrimina y limosneando una caridad pregonada, heladas con mordisco en los vergeles mediterráneos olvidadas hace ochenta años... y algo asombroso que tiene sobrecogidos a los científicos, según me cuenta Manuel Esteban que sabe de esto un rato y más: el casquete ártico se está congelando como nunca, crece el hielo desconcertantemente, con lo que a esa turra del calentamiento del planeta, que es innegable, le está saliendo un dato respondón en el polo para que cojeen las profecías, ay, madre, que me la han roto... Y en cuanto a pestes, no es manca la muerte con su guadaña: un tercio de la población de Bostwana está infectada de sida y en África son ya treinta millones que podrían duplicarse tan sólo en este año, ochocientos millones de personas están siendo en este mismo instante devoradas por un hambre canina, insultante y mortal, cetáceos que suicidan por rebaños en cualquier playa, se acelera la desaparición de especies... ¿Y si suspendiéramos este año las Pascuas? Ojo, Pedrín, que vienen los papones y te desuellan las pelotas.

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