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Hogares españoles con clase

Los miembros del movimiento «sin escuela» rechazan la escolarización obligatoria, pero defienden de manera tajante su compromiso familiar al 100% con la educación

La educación en casa combina el estudio con las salidas para que el aprendizaje sea vivencial

Publicado por
Manu Mediavilla - madrid
León

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«La educación en casa -aclara Peter Szil, cofundador de la asociación Crecer Sin Escuela- no es llevar el colegio al hogar; ser padre de niño no escolarizado no quiere decir que seas maestro». Pero sí educador. Como remarca Joan Ramón Urgelés, presidente de la Asociación para la Libre Educación (ALE), «ante el discurso de que la escuela no está para todo y de que las familias tienen que educar, este es un buen ejemplo de que algunas asumen esa responsabilidad al cien por cien». Además, argumentan, la Constitución avala su opción al circunscribir la obligatoriedad a «la enseñanza básica», no a la escolarización, que sólo aparece como obligatoria en una norma de menor rango, la Logse. De hecho, subraya Szil, «los jueces siempre han fallado por reconocer el derecho de los padres, porque una cosa es no escolarizar por dejadez, y otra asumir la responsabilidad consciente de educar a los hijos; eso crea jurisprudencia». Urgelés está convencido de que esa alternativa «permite mejor la educación personalizada» de los hijos, y de que tener «un profe que además les quiere, compensa toda la profesionalidad» que pueda haber en el colegio. Y al final, remacha, «los chavales son nuestra carta de presentación; es una opción de los padres, pero ellos la firman». Como Leila, de ocho años, que «un día, a los tres o así, junté las letras y era mi nombre», y que ahora «leo, escribo y me estoy inventando un cuento, y lo voy a vender, para no pedir dinero a mamá». «Mamá» se llama Helen, aunque muchos la conocen todavía como Sibila, firma con la que acaba de publicar el libro Vivir sin cole . La obra incluye su experiencia con sus hijos Leila y Altair, basada en la filosofía de combinar el aprendizaje natural con la meditación o la alimentación naturista, pero no se agota en ella. Como apunta Xavier Alá, responsable en España de la norteamericana Clonlara School, en nuestro pequeño movimiento sin escuela «predominaban al principio las razones religiosas y alternativas, pero cada vez hay más diversidad». Un motivo creciente son los problemas escolares. «La escuela no funciona», reflexiona María Antonia Pérez, que decidió educar a sus dos hijos en casa cuando vio que el colegio no daba respuesta a sus «ritmos, capacidades e intereses distintos» y que al fondo asomaba la sombra del «fracaso escolar». Ahora está encantada con su «vía experimental de enseñanza», que combina la Enciclopedia Álvarez y los libros de texto con «algo del entorno cercano para que el aprendizaje sea vivencial». Los profe padres también aprenden. Como señala uno de los padres, «me ha servido para entrar en contacto con mi curiosidad, que los adultos tendemos a perder». Y el propio empeño educativo se va moldeando. Mila Valle lo testimonia tras «desescolarizar poco a poco» a sus dos hijas vietnamitas de 10 y 9 años al cabo de «un curso catastrófico en el colegio» en el que Mimi se sintió abrumada por «el cambio, los problemas de lengua y los insultos racistas» contra escolares inmigrantes.

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