Diario de León

El paisanaje

Polvo somos o ya ni eso

Publicado por
Antonio Núñez
León

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DESDE tiempo inmemorial ha corrido mucha tinta sobre amores platónicos e imposibles. Dante tenía a Beatriz, Petrarca a Laura, Garcilaso a Elisa, Edgar Poe a Hellen, Bécquer a Julia Espín, Carlos el de la casa Windsor -la que ardió en Madrid no, la otra- a Camila Parker, que luce talle y apellido de pluma estilográfica, y, sin ir más lejos, un servidor a la inaccesible vecina del quinto. El que más y el que menos lleva dentro un idealista, a poco que se rasque donde mayormente pica, aunque luego haya que conformarse con lo que se tiene más a mano. Algo parecido viene a pasarle a toda Castilla y León, que vegeta y se desvive en un mundo platónico por falta de mozas de carne y hueso, según las conclusiones del último simposio de expertos del PSOE sobre despoblamiento rural, celebrado esta misma semana en Zamora. Su contenido es de Perogrullo, con fama de tonto, pero probablemente también el último apolítico con algo de sentido común: primera, los pueblos se vacían porque sólo quedan los viejos; segunda, la biagra está bien para lo que está, pero no sirve mayormente para criar, sino, como mucho, para juntar las pensiones de dos en dos, como en el mus; tercero, los abuelos ya cumplieron en su día trayendo carretadas de hijos al mundo, si bien en vez de llegar cada uno con un pan debajo del brazo nacieran con un billete del Alsa para buscarlo en Madrid, Cataluña, Euskadi y demás destinos clase supra ; y, cuarta, o vienen ciento y pico mil inmigrantes, como cuando Cristóbal Colón y Hernán Cortés, pero al revés, o la tasa de natalidad se reducirá el año que viene a lo que pueda aportar la cigüeña del campanario, si es que no emigra también enferma de soledad. En muchas parameras leonesas son ya las únicas que incuban algo. Partiendo de estas premisas los socialistas de la tierra han deducido que para repoblar las aldeas y que vuelvan volando los jóvenes por Lagun Air, cual cigüeñinos, hay que darles de comer, o sea un empleo. La idea no está mal, aunque en vez de fomentar la creación de industrias, y no cerrar Antibióticos, construír autovías, y no descarrilar el Ave hacia Galicia y Asturias, plantar más remolacha, y de todo, o cavar más hondo las minas de carbón, lo único que se les ha ocurrido es proponer 4.000 plazas de nuevos funcionarios en las zonas rurales. Dado que casi todos presumen de haber leído a Freud, les habrá traicionado el subconsciente: como los funcionarios no tienen nada que hacer, menos fichar, como Ronaldo, según es fama, tenderán necesariamente a «repoblar» las veinticuatro horas restantes del día. Como diría el doctor Rodríguez de la Fuente, se empieza con una pareja de auxiliares administrativos y, al cabo de cuatro o cinco camadas, proliferan los subsecretarios como conejos. He aquí un nuevo ecosistema. Inicialmente el PSOE quería trasladar a los dichos 4.000 funcionarios de las capitales a los pueblos y luego, como se le pusieron bordes los sindicatos, quiere crear otras tantas plazas y dárselas directamente a los paisanos previa claúsula de no movilidad territorial. No merecería la pena comentar estas bobadas, si no fuera porque van en serio y corren por cuenta de los impuestos. El problema de la despoblación rural es serio y precisa de soluciones urgentes, pero no las quimeras que idea el PSOE. También es antiguo. Cierta ex consejera del PP lo abordó ya en su día, allá a primeros de los noventa con gran empeño personal, aunque no pudo resolverlo ella sola. También el actual presidente de la Diputación, Javier García Prieto, que como economista hace números malabares con el presupuesto y hasta ahora no se le caen, suele decir confidencialmente que la economía rural leonesa se sostiene milagrosamente sobre un taburete de tres «p» o patas, a saber: las pensiones, la PAC y los puticlubs de las afueras. Que perdone la indiscreción, pero acierta, y eso es lo que hay y lo que no hay. El problema de la política, concebida como servicio en pro del procomún, reside probablemente en que está monopolizada por funcionarios o abogados picapleitos sin clientes. Se ven por ahí pocos alcaldes, concejales o diputados que vivan de un trabajo de a pie, o sea lo normal. Cada uno que le eche una ojeada al último que votó, a ver si recuerda en qué se ganaba honradamente la vida antes. En cuanto a las soluciones a la despoblación rural, a servidor tampoco se le ocurre ninguna, pero procura no decir tonterías. Si tuviera una ocurrencia razonable sería el primero en presentarse a presidente, como el paisano Zapatero, que en ideas es como Séneca -si tiene alguna, la guarda para sí mismo- y en osadía como Curro Jímenez, aunque con seis mozas de cuadrilla para compensar el Algarrobo en el consejo de ministros.

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