Inmigración y esclavitud

HOY POR HOY, los grandes beneficiarios del fenómeno de la inmigración no son los inmigrantes, que no hay cosa más terrible que esa suerte de exilio tan lejos del conjunto de los afectos, ni los españoles, que saben que no pasa de ser un tópico bienintencionado lo del mestizaje y la convivencia de culturas, pues para ese intercambio es imprescindible la igualdad de los actores, que no se da. Los grandes beneficiarios, y de manera bien infame y deshonesta, por cierto, son los explotadores de seres humanos, desde el particular que emplea criados a mitad de salario y sin la menor dignidad laboral, hasta el empresario que amasa su fortuna con el trabajo semi esclavo de los trabajadores extranjeros en situación irregular. Tal es el beneficio que España ha venido obteniendo de la inmigración, un suceso que, de haberse organizado desde el principio razonablemente, habría enriquecido a nuestra nación en todos los órdenes, en tanto que, paralelamente, habría liberado a los inmigrantes de la infausta condición de parias que arrastraban y que les hemos forzado a consolidar aquí. El actual Gobierno, consciente del problema, y decidido a enfrentarlo, ha emprendido un ambiciosos plan de saneamiento de la inmigración, y al parecer no es casual que haya sido recibido por el partido de la oposición con una variada gama de exabruptos y catastrofismos. Se trata, en esencia, de que tanto los empresarios como los empleadores se responsabilicen y, contratando legalmente, abonan a la sociedad y a los trabajadores una mínima tasa por su mayor enriquecimiento, pero de la resistencia de éstos se colige que muchos no quieren trabajadores, sino esclavos, y que los partidos que defienden sus intereses espúreos no quieren la conversión del inmigrante en ciudadano, sino su permanencia en ese infierno social del sub-proletariado sin derechos, barato y sumiso ante el empleador e inerme ante la sociedad que le margina y desprecia. Y eso, como es natural, no puede consentirlo el Gobierno, a menos que se resigne a serlo de un reino feudal.