La estatua ecuestre del general Francisco Franco, estaba situada, desde hacía 45 años en la Plaza de San Juan de la Cruz de Madrid
El desmantelamiento de la efigie la llevó a cabo un grupo de operarios que, tras desmontarla, atada con cinchas y con ayuda de una grúa, la introdujeron en un camión
Mientras el camión trataba de arrancar, un grupo de personas, del más del centenar de curiosos que se apiñaron desde primeras horas de la madrugada en la plaza San Juan de la Cruz
La zona, emplazada frente a la sede del ministerio de Medio Ambiente, ha sido frecuentada por todo tipo de personas: tanto de partidarios del desmantelamiento de la estatua, como de detractores, que incluso llegaron a enzarzarse en pequeños rifirrafes.
Se produjeron algunos incidentes verbales, sin consecuencias, que fueron resueltos por las fuerzas de seguridad destacadas en el lugar.
Un grupo de seguidores del general Francisco Franco se congregó horas después a la retirada de la estatua para rendirle homenaje.
Los saludos con el brazo en alto se repitieron en varias ocasiones frente al espacio vacío en el que se encontraba la estatua.
No faltaron las insignias y las banderas en recuerdo y alabanza al general.
A lo largo del día nostálgicos del franquismo se acercaron al lugar donde estaba ubicada la estatua.
Muchos curiosos quisieron inmortalizar el lugar vacío sin la estatua.
Durante todo el día el lugar se fue llenado de flores que rendían tributo a la figura de Franco.
La retirada de la estatua provocó, sin duda, reacciones muy diversas entre los ciudadanos.
Ante la expectación creada por el nutrido grupo de personas que se congregaron en la plaza, la Policía Nacional tuvo que acudir a la zona.
Algunas personas concentradas lanzaron consignas contra el presidente del Gobierno.
El número de personas concentradas en la zona aumenta a lo largo del día.
Numerosas banderas españolas se podían ver durante toda la tarde en la zona.
Varias decenas de policías acordonaron la zona, mientras los asistentes a la concentración gritaban: Viva Franco, Viva Cristo Rey y Carrillo asesino.
Durante la concentración se produjo una pequeña carga policial para apartar a un grupo numeroso de personas de la escultura del político de la II República Indalecio Prieto.
Jóvenes falangistas subieron al pedestal exhibían un retrato del dictador, mientras eran jaleados por otros asistentes al grito de «¡Franco, Franco, Franco!».
La Policía calcula que eran unas 700 personas las que se concentraban en la zona.
Los agentes tuvieron que controlar a un grupo cada vez más numeroso.