Cerrar

CRÉMER CONTRA CRÉMER

La culpa es de la berenjena

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

Creado:

Actualizado:

NO TUVE CONOCIMIENTO EXACTO de la existencia de un producto de la tierra madre que se llamaba «berenjena», hasta que no me lo dijo la buena vecina de las malas noticias: La berenjena, añadió, es la culpable de la carestía de la vida. Y compuso una naturaleza culpable formada por el pimiento, la cebolla, la coliflor, la berza, la lechuga y la berenjena. Y no porque el fruto del sudor de los «traballadores da terra», por causas perfectamente naturales y atendibles haya enriquecido sus muchas virtudes gastronómicas, sino porque los intermediarios, o sea, los comerciantes de barrio, juntamente con las grandes superficies, han encontrado una disculpa de oro para hacerse de oro. La nieve, las heladas, el frío intenso, los escalonados azotes del Ártico que nos dejan a los hombres de recursos limitados sin respiración y, consecuentemente, sin euros que llevarse a la cesta de la compra. Escuchamos el dulce lamentar de labriegos y tenderos y nos sentimos hundidos así que cada día comprobamos que, por ejemplo, una lechuga que en tiempos menos azarosos podía adquirirse al pie de la huerta pasajera por diez céntimos de aquella nuestra peseta de tan gratos recuerdos, ahora y en la hora del euro europeo puede salirnos por el precio de una chuleta de carne roja. Este es el motivo más preocupante de todo gobernante que aspire a salir por la televisión, insiste mi generosa informante, mostrándome un tomate, uno, al que consiguió llegar después de una semana de restricciones en el gasto. Hasta que la sociedad no advirtió que le estaban engañando desde el ministro o ministra de Abastecimientos y Transportes hasta el tendero de la esquina, todos se habían puesto de acuerdo, en consenso que se dice ahora, para convencernos de que la causa de esta monstruosa rectificación en vanguardia, de los precios en productos verdaderamente de primera necesidad, no era sino el servicio islamista de los territorios petrolíferos que no se saciaban con el precio del barril a 55 dólares, y por añadidura el comportamiento climático con vientos llegados deprisa del Ártico y de las heladas de garabatillo propias de la tierra mirando al norte, no. Estábamos alcanzando los niveles o índices del precio de las cosas más alto desde la construcción de Las Cercas y la población se queja, se lamenta, llora y se desespera, porque no era esto lo que los unos y los otros nos habían prometido cuando andaban por los pueblos y por las calles regalando flores y ofreciendo programas electorales. Nos están engañando. Y conscientes los manipuladores de la farsa de que esta situación podía llegar a afectar a su estatus político, acusan a la humildísima lechuga, a la berenjena, tan discreta, a la cebolla tan «hernandiana» de los precios tan exorbitantes que convierten a las clases necesitadas o medio pensionistas en auténticos mendigos por el amor de Dios para alcanzar, ya no digo un piso, ni un puesto de trabajo, sino simplemente una berenjena, una sencilla, triste y llorosa berenjena. Todo lo cual nos inclina a sospechar que nos están engañando como a chinos de «todo a cien».

Cargando contenidos...