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Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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EL GOBIERNO, que en paz esté, ha decidido salvarnosa todos. El tabajo mata, nos repiten y por tanto, hemos de evitar que las alegres y desenfadadas del territorio nacional e incluso los medio pensionistas, fumen. De este modo evitaremos duelos y quebrantos, equilibraremos la economía, porque el tabaco como la lechuga o el puerro de Sahagún son productos caros y los españolitos madre, nos guarde Dios, nos veremos libres de todo mal, amén. La medida del gobierno, que vela por nosotros, ha causado honda sensación en Europa, en Asia y en Oceanía, pero donde ha producido efectos letales es en la América del Norte, del Sur y del Este, que es de donde nos viene a los débiles hombres y a las esforzadas mujeres, la infeliz manía de llevarse el cigarro a la boca, mientras se entona, el himno de la Gran Protesta de Fumadores de todos los países, «fumando espero, al hombre que yo quiero». Según los científicos fieles a las consignas del Gobierno, los fenómenos naturales como el tsunami, o el viento del norte, o los hielos de Groenlandia, el mundo en suma está seriamente amenazado de derrumbamiento o de asfixia por el efecto de los humos del tabaco y por no respetar los acuerdos de Kioto estamos pasando el más feroz invierno de nuestra alterada historia y consecuentemente el aumento de precios, tasas y tarifas, dado que como decíamos al principio de esta advertencia, el tabaco mata, y se nos anuncia un verano durante el cual podremos morir achicharrados por culpa de los fumadores impenitentes. No falta quien adelanta maliciosamente que la medida del decreto-ley, prohibiendo fumar hasta en el servicio de señoras es una argucia para nivelar presupuestos eludiendo los gastos naturales que se producen por el uso inmoderado del tabaco, como puede ser el cáncer de mama y el dolor de testículos con hipo. Porque entre absentismos laborales y enfermos, el gasto de la Seguridad Social y de todas las demás seguridades es tan enorme que amenaza agotar el presupuesto de Defensa y en vez de tanques «Leopardo», tengamos que dotar a nuestros soldados de carros de mulas. Efectivamente, y no es por hacerle la pelota a Zapatero, el tabaco mata y todos a una como los de Laguna hemos de colaborar para erradicar de nuestros usos y costumbres el tabaco. Otra cosa son las emanaciones producidas por los millones de tubos de escape de los coches, por ejemplo, porque esos gases aunque venenosos, dejan ganancias importantes en las carteras de los grandes empresarios, que es en definitiva lo que se trata de demostrar. Convencidos, pues, de la benéfica influencia que se deriva de la prohibición del tabaco, felicitamos al gobierno por su beneficiosa tutela y prometemos seriamente no fumar en la cama. Y mientras el Gobierno, felizmente reinante, toma decisiones tan drásticas para el futuro de la Patria como sin duda es la prohibición de fumar, se hunde el pavimento en Barcelona, y por las costas hispanas penetran miles y miles de inmigrantes amenazando quebrar el equilibrio laboral. Pero, eso sí, según datos recogidos por los investigadores encargados del control, los inmigrantes no fuman.