Cosas de aquí | Gastronomía de la Semana Santa
El cielo bendijo el potaje
Los detalles que rodean al Santo Potajero, desde la precisión con que se talló el Cristo hasta la dedicación de los hermanos de Angustias, logran que ni los aguaceros estropeen la fiesta
El cielo quiso descargar su bendición sobre el potaje que más de dos mil personas degustan en La Bañeza el Miércoles Santo y que elabora la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad. La divina providencia se sirvió de los chaparrones de esta recién estrenada primavera para arrojar sus parabienes, utilizando las nubes a modo de hisopo. Pero la lluvia no arruinó la tradición ni el trabajo de la hermandad y el reparto de las raciones se llevó a cabo. Hay que reconocer que los devotos del Potajero no pudieron, como en otras ocasiones, degustar de este guiso, de salsa en rojo -color que caracteriza buena parte de la gastronomía bañezana- en la calle o en las inmediaciones de la iglesia de El Salvador o en el cercano Jardinillo. Pocos recuerdan un día del Santo Potajero pasado por agua. El juez de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad, David González, indicaba ayer que «hacía muchos años que no llovía». La fiesta que conmemora el reparto de alimentos entre los más necesitados, como se contempla en la regla de Angustias, se palpaba ayer en la ciudad: ya se nota en la calle que la mayor parte de los que pasan estos días en La Bañeza han llegado ya, el Ayuntamiento cerró sus oficinas antes de lo normal, el bullicio en la capilla cofrade fue constante durante toda la mañana... Una talla que fascina Y la fiesta acabó a la bañezana, en la mesa, delante de un buen plato de garbanzos con arroz, bacalao de segundo y su postre. Aunque su incio consiste en la tradicional procesión de la talla del Potajero, un Cristo del XVII, de autor desconocido y de unos 30 centímetros de alto. La estatura del Santo Potajero no está reñida con ciertos aspectos que fascinan de la talla: el detalle con que se esculpieron los dedos de las manos y de los pies y el rizado de las barbas y, por otra parte, el pelo -largo y natural- de este singular nazareno. Los niños sienten especial cariño por esta imagen y muchos desean llevar el paso, hasta el punto de que es necesario organizar turnos de puja. La fiesta del Santo Potajero lleva una larga preparación, de días y semanas. Ayer, sin ir más lejos, el equipo de cocineros, alrededor de una decena, estaba trabajando a las cuatro de la mañana. Pero el trabajo se hace con gusto -de ahí lo sabroso del guiso- y así se explica que Melé , uno de los repartidores de bacalao con experiencia de años en la tarea, afirmaba ayer que su puesto, en el patio descubierto de la capilla, no está en venta.