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El estado de Florida se opone a quedarse con la tutela de la mujer

Terry Schiavo morirá en el transcurso de unos días Dos cardenales suplen la ausencia de un débil Papa en Jueves Santo

El rechazo del Tribunal Supremo al recurso de apelación de los padres hace inminente la muerte

Varias personas rezan delante del Tribunal Supremo de los EE.UU.

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Tatiana López - corresponsal | nueva york colpisa | ciudad del vaticano

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Ya nadie puede salvar a Terry. El caso de eutanasia más polémico de los últimos tiempos se cerraba para siempre en dos salas de justicia en la jornada de ayer. Por una parte, a primera hora de la mañana, el Tribunal Supremo de los EE.UU., máxima autoridad del país, rechazaba el recurso de apelación de los padres para volver a conectar a su hija. Apenas unas horas más tarde, la familia perdía todas las esperanzas cuando la corte de Florida negaba audiencia al gobernador Jeb Bush, quien luchaba porque la mujer quedara bajo custodia estatal. Terry Schiavo, una mujer en estado vegetativo que desde hace años enfrenta a su marido y sus padres en la batalla de la eutanasia, morirá definitivamente en el transcurso de la semana, según pronosticaron los médicos. Los intentos de la familia de reconectar a su hija, a quien se le retiró el tubo el alimentación el pasado viernes, no tuvieron éxito en ninguna instancia. Anteriormente sus padres, que siempre defendieron la posibilidad de recuperación de su hija, habían intentado ganar en un tribunal estatal y dos federales. Por primera vez en 26 años de pontificado Juan Pablo II no ofició las liturgias del Jueves Santo en la basílica de San Pedro en el Vaticano. Un clima de tristeza dominó las primeras celebraciones de la Semana Santa, durante las cuales la ausencia del Papa Juan Pablo II fue evocada por los asistentes. A petición del Papa, de 84 años, que se encuentra delicado de salud tras haber sido sometido a una traqueotomía el pasado 24 de febrero por una grave crisis respiratoria, dos purpurados, el italiano Giovanni Battista Re y el colombiano Alfonso López Trujillo, fueron encargados de las dos misas solemnes del Jueves Santo, la Crismal en las horas de la mañana y la dedicada a conmemorar la Última Cena, en la tarde. «Con la mente y con el corazón estoy cerca de ustedes, reunidos ante la tumba de San Pedro para la santa misa in Cena Domini (Última Cena)», afirmó el Papa en un mensaje leído por López Trujillo. «Los saludo con gran afecto», añadió el Papa convaleciente, quien siguió los dos ritos desde su habitación en el palacio apostólico a través de la televisión. «Desde mi apartamento y a través de la televisión, estoy espiritualmente con ustedes, queridos míos», escribió el Papa en el mensaje que fue leído por la mañana por el cardenal italiano Giovanni Battista Re. «Abandono sereno a Dios» Durante la homilía, el cardenal Re, prefecto para la Congregación de los Obispos, agradeció el testimonio del Papa «ejemplo de abandono sereno a Dios que lo relaciona con el misterio de la Cruz». Con el mismo tono, López Trujillo rezó por el pontífice «defensor y testigo de lo que significa la verdadera calidad de la vida, al que debemos proclamar y defender, por el servicio tan generoso que ha prestado a la Iglesia y a la humanidad», dijo. Por otra parte, el cardenal alemán Joseph Ratzinger, uno de los colaboradores más cercanos del Pontífice, declaró ayer que el Papa «está lúcido» y «gobierna la Iglesia», para alejar todos los temores sobre el empeoramiento de sus condiciones de salud. Además confirmó que el Papa no ha pensado jamás renunciar a su cargo.