La Virgen procesiona al encuentro de los otros dos pasos, en el centro de la plaza Mayor.
La imagen aérea se convirtió en sobrecogedora, la parquedad de las cuatro mil túnicas negras contrastaba con la amalgama de colores de la multitud que abarrotaba el espacio urbano.
El acto del Encuentro se remonta a mediados del siglo XIX junto con un sermón o plática «para demostrar al público el doloroso paso de la amargura de la Virgen...».
Los pasos de la Dolorosa y el San Juan quedaron afrontados delante del antiguo consistorio. La banda de cornetas y tambores interpretaron los sones musicales que acompañaban a las imágenes.
Los braceros de la parte delantera del San Juan realizaron una prolongada reverencia a la Virgen bajo una sonora salva de aplausos de los asistentes.
El cuero de los guantes de los braceros de ambos pasos se entremezclaron entre sí simbolizando la solidaridad entre todos los integrantes y la verdadera devoción a Nuestro Padre Jesús Nazareno.
El cortejo recorrió diversas calles del viejo León donde se pudo comprobar el esfuerzo de los braceros debido a las estrecheces y las dificultades que éstas oponían.
La lluvia obligó a que algunos de los pasos tuvieran que ser cubiertos con plásticos, lo que deslució en parte la procesión.
Varios papones ayudan a un joven que cayó desmayado, y es que son varias las horas que hay que esperar de pie para presenciar el Encuentro desde primera fila.