Diario de León

Expresó en un documento por escrito su deseo de mantenerse con vida de forma artificial

El Papa tiene fiebre muy alta, «está mal, muy mal» y recibió la extremaunción

El turco que atentó contra el Pontífice revela que recibió la ayuda de cardenales del Vaticano Un calva

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El Papa Juan Pablo II se encuentra en estado muy grave, tras declarársele una infección urinaria, acompañada de un cuadro de fiebre muy alta, lo que ha elevado al máximo la tensión en el Vaticano. Fuentes de la Santa Sede señalaron que el Pontífice, de 84 años, ha reaccionado en un primer momento de forma favorable a la medicación con antibióticos, aunque su estado se sigue considerando muy grave. Diversas fuentes, que no han sido confirmadas de manera oficial, apuntan a que el Papa recibió la extremaunción. La preocupación por la evolución del anciano Pontífice, que se incrementó en las últimos días, se ha convertido en alarma después de que el portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls, reconociera que se había producido un empeoramiento de su estado. Navarro informó, a través de un comunicado, de que el Papa había sufrido una afección «altamente febril» motivada por una infección de las vías urinarias y que se había iniciado una terapia con antibióticos. Este cuadro clínico, unido a la debilidad mostrada por Juan Pablo II en los últimos días, ha sido recibido como una noticia preocupante, pese a la alusión tranquilizadora de Navarro de que todas sus constantes estaban bajo control. Según el portavoz de la Santa Sede, el Pontífice «está mal, muy mal. Estrictamente controlado por el equipo médico» que le atiende, que ha decidido que por el momento no sea trasladado al Policlínico Gemelli de Roma. El Papa, que se alimenta mediante una sonda nasal, considera que este tipo de tratamientos para los enfermos son «moralmente obligatorios», según un documento divulgado el año pasado y que fue desvelado ayer. «Un hombre, aun si se encuentra gravemente enfermo y está impedido para ejercer sus funciones, es y será siempre un hombre y nunca será un vegetal o un animal», escribió el Pontífice en un documento que algunos expertos interpretan como su documento vital, en el que expresa su deseo de mantenerse vivo a toda costa, aunque sea prolongando su vida de forma artificial. «El diablo está en el Vaticano» En medio de la polémica sobre si el Papa está en condiciones de seguir o no al frente de la Iglesia, el turco Ali Agca, que disparó contra Juan Pablo II en 1981, desveló ayer que para cometer el atentado contó con la ayuda de sacerdotes y cardenales del propio Vaticano. Sostiene que el Vaticano fue responsable de su decisión de atentar contra el Pontífice, aunque asegura que organizó y perpetró el ataque en solitario. En una entrevista al diario italiano La Repubblica desde la cárcel turca de Kartel Maltepe (Estambul), Agca afirma que «ama y respeta al Papa polaco», pero insiste en que «el diablo está dentro del Vaticano». Tras calificar de «desvaríos» las acusaciones vertidas contra él por algunos miembros de la Santa Sede, dice que «sin ayuda de sacerdotes y cardenales no hubiera podido realizar aquel gesto», en referencia a los dos disparos que estuvieron a punto de costar la vida a Karol Wojtyla en la plaza de San Pedro. El terrorista turco, que desde su detención ha ofrecido numerosas versiones contradictorias de lo ocurrido, asegura al diario romano que «el 13 de mayo de 1981 nadie en el mundo sabía de mi atentado». Tras insistir en que todo «fue decidido por Dios santísimo», Agca denuncia que en torno a lo ocurrido existe una «desinformación sistemática». Desde el Vaticano, el cardenal Tucci respondió: «Sólo despista con sus declaraciones, nunca ha revelado nada verdadero».

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