Un calvario que puede durar hasta meses
El Papa está en la etapa final de la enfermedad y su declive puede durar días o meses, aunque ya en la actualidad depende totalmente de sus cuidadores. La sonda que le acaban de implantar trata de compensar la pérdida de peso que ha sufrido desde que se le realizó la traqueotomía, aunque fuentes vaticanas desmientes que haya perdido 19 kilos, como circula por Roma. En función del material de sonda, esta puede estar implantada entre dos semanas y seis meses. Con ella también se evita el riesgo de atragantamiento, uno de los que más amenazaban su vida dada su débil respiración. Precisamente, la respiración y prevenir infecciones son las dos principales preocupaciones de los médicos del Papa. Si el Pontífice necesitara mantener la alimentación asistida le será implantada una sonda directa al estómago aunque está también aumentaría el riesgo de infecciones. Pero los problemas digestivos pueden ser más graves que en otros pacientes con párkinson, ya que en 1992 se le extirpó un tumor benigno de gran tamaño y 20 centímetros de intestino y quedó afectado tras su atentado. Problemas respiratorios La sonda, que no es permanente, está destinada a hacerle recuperar fuerzas para proseguir su rehabilitación, después de la traqueotomía a la que fue sometido el pasado 24 de febrero en el Policlínico Gemelli de Roma para resolver sus problemas respiratorios. Aquella intervención afectó a la capacidad del Obispo de Roma para deglutir los alimentos, algo a lo que se suman las dificultades que le produce la enfermedad del Parkinson que padece desde hace años. A la cánula que le fue colocada en la garganta con la traqueotomía se añade ahora la sonda, que va desde la nariz al estómago, y que hace aún más molesta la convalecencia del Papa Wojtyla, que en mayo cumplirá 85 años. «Sin ayuda de sacerdotes y cardenales no hubiera podido realizar aquel gesto (atentado)» ALI AGCA El turco que atentó contra el Papa