Mónaco vive sobrecogido ante el ocaso de la vida de Rainiero

El estado de salud del príncipe Rainiero III de Mónaco sigue estable dentro de la extrema gravedad y en las última horas no ha experimentado «ninguna evolución ni en un sentido ni en otro», aseguró ayer un allegado del soberano. Fuentes del Palacio de Mónaco subrayaron que no se prevé ningún parte médico durante el fin de semana. El pasado viernes, los médicos calificaron el estado de Rainiero, de 81 años, en cuidados intensivos desde hace 12 días, de «precario», estimando que «la esperanza de un desenlace favorable es muy débil». Sumidos en la tristeza Los habitantes del Principado viven sumidos en la tristeza, un estado de ánimo que se ha acentuado por la gravísima situación de Juan Pablo II. «Estoy muy apenada por lo que pasa al Príncipe, pero el soberano es fuerte», afirmó François Samba, una monegasca de 83 años, que dijo compartir el sufrimiento de los dos hombres. Tras las celebraciones pascuales, todas las oraciones están dedicadas a Juan Pablo II, que falleció ayer, y Rainiero III durante los oficios celebrados en las iglesias y capillas de Mónaco, como una misa oficiada en la catedral de Montecarlo y a la que asistió Carolina de Mónaco. Fervoroso creyente, Rainiero expresó siempre su admiración por Pío XII, que le invitó al Vaticano en 1950, y por Juan Pablo II, del que recibió la bendición apostólica con ocasión de los 700 años de reinado de los Grimaldi en 1997. El Sumo Pontífice también favoreció la anulación del matrimonio contraído por la princesa Carolina con Philippe Junot, del que se divorció dos años después de la boda. En 1981, Rainiero solicitó la anulación de esta unión al Vaticano, que la aprobó 11 años después. Tras este episodio, los dos jefes de Estado conservaron estrechas relaciones. El pasado 26 de marzo, durante las fiestas de Semana Santa, el Pontífice que vio ayer a Dios dirigió «una particular bendición» a Rainiero, en cuidados intensivos por el súbito empeoramiento de su salud tras ser hospitalizado.