El viernes día 15 será el entierro y funeral, que presidirá su hijo y heredero Alberto II
La muerte de Rainiero cierra la era de mayor esplendor de Mónaco
Rainiero de Mónaco falleció a las 6 y 35 minutos de ayer de la infección broncopulmonar que lo llevó al hospital el pasado 7 de marzo. Las complicaciones cardíacas y renales habían agravado su estado y dejaban pocas esperanzas de recuperación a sus 81 años de edad. Sus tres hijos lo acompañaron en este mes de agonía. Su cadáver fue trasladado ayer mismo desde el Centro Cardio-Torácico de Montecarlo al palacio donde reinó durante 56 años. Sólo los residentes en el Principado tendrán derecho a visitar la capilla ardiente y rendirle un último homenaje el lunes y el martes de la próxima semana. Los solemnes funerales han sido fijados para el viernes día 15 y será el arzobispo de Mónaco, Bernad Barsi, quien se encargue de oficiarlos en la catedral. Barsi bendijo ayer el cadáver de Rainiero y mantuvo un encuentro con sus hijos. La casa de los Grimaldi ha anunciado que mantendrá tres meses de duelo. El luto oficial será de un mes en todas las dependencias oficiales del Principado. La tradición manda que el cadáver del soberano pase unos días en sus habitaciones antes de recibir el último adiós de su pueblo. El miércoles se oficiará un funeral privado para la familia en la capilla del palacio. Los restos mortales de Rainiero serán inhumados en la cripta de la catedral junto a la tumba de su esposa, la princesa Gracia Patricia, fallecida en 1982 en un accidente de tráfico. La boda 26 años antes con Grace Kelly, entonces estrella de Hollywood, fue el espectacular acto fundacional de la más eficaz agencia de relaciones públicas y publicidad del mundo. El diplomático francés Patrick Leclerq, al que Rainiero tenía previsto relevar de primer ministro el 1 de mayo, fue el encargado de dar oficialmente la noticia y pedir a los monegascos que le rindan «el homenaje que le debemos por una obra de la que el mundo entero y nosotros mismos hemos recogido beneficios». Por primera vez desde el fallecimiento de su esposa, el Casino de Montecarlo cerró ayer sus puertas, y volverá a hacerlo cuando se celebren las exequias. Las banderas monegascas no llegaron a subir a los mástiles, pasando del duelo por la muerte de Juan Pablo II a la de su príncipe. A pesar de conocer la noticia desde muy temprano, los comerciantes locales abrieron sus tiendas con normalidad, colocando crespones negros sobre la enseña de los Grimaldi. Aún así, corrían las lágrimas entre los súbditos, que adoraban a su soberano. Los obreros siguieron con los preparativos del premio de Fórmula 1. Tampoco se ha aplazado el torneo de tenis, aunque sí el partido de fútbol.