Un «bon vivant» desconocido

Deportista olímpico, amable anfitrión en las fiestas de la Cruz Roja, bon vivant y siempre sombra mediática de sus hermanas... Alberto II es así, pero también es otras muchas cosas que el gran público que sigue las andanzas de su familia no se molestó en averiguar, tal vez porque le falta glamur y le sobra discreción. Nació un 14 de marzo de 1958 y desde pequeño estuvo bajo el manto protector de su madre, las amenazas de una hermana un año mayor y la severidad de un padre acostumbrado a hacerse obedecer. De ahí, dicen, que Alberto II domine la lengua inglesa (con la que hablaba con su madre) y tartamudee ligeramente en francés (idioma del padre). Bautizado por la reina Victoria Eugenia de España, Alberto Alejandro Luis Pedro tiene mucho de la familia materna, los Kelly: adora el deporte (practica doce modalidades, ha acudido a cuatro juegos olímpicos de invierno y dos veces al París-Dakar); siente debilidad por el cine (se sabe de memoria todas las películas de su madre y hasta hizo sus pinitos con el filme La batalla de San Patricio , que en 1997 rodó Lance Holl en México); le chifla la música (participó en una gira por Europa y Oriente Medio con el coro universitario) y le apasiona la pintura. En el plano político, y aun-que es embajador de su país en la ONU, de Alberto no se sabe nada Pero quiere modernizar la constitución de su país; hacer de su «roca» un lugar más acorde con las leyes fiscales europeas y llevarla hasta lo más alto en materia de ecología. Sus defensores dicen que es todo diplomacia y gentileza, valores que destacan sus detractores, pues ese afán por complacer -dicen- le impide decir «no» en un puesto en el que hay de decirlo a menudo. A lo que dijo no hasta ahora es a las novias oficiales y a los rumores sobre su su-puesta homosexualidad.