Diario de León

Trágica historia de glamur

Fue un flechazo. Rainiero nunca superó la muerte de su esposa, Grace Kelly

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María Esperanza Suárez - corresponsal | parís
León

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Rainiero ha sido el príncipe del cuento para toda una generación. Su boda de alta sociedad con la actriz Grace Kelly fue considerada la del siglo y le cupo el honor de ser la primera retransmitida por Eurovisión. A pesar del escenario romántico, no faltaron los elementos de conveniencia. La musa de Alfred Hitchkock era católica, famosa y de familia millonaria, perfecta para convertirse en princesa. Nada que ver con sus devaneos con la también actriz Gisèle Pascal, un primer amor de juventud. Su familia la juzgó demasiado ligera como para permitirle la entrada en palacio. Rainiero y Grace se conocieron en la primavera de 1955, mientras ella participaba en una sesión fotográfica durante el festival de Cannes. Fue un flechazo. Se escribieron durante todo el año y en diciembre el príncipe se trasladó en secreto a Filadelfia para pasar las Navidad con los Kelly. Allí se cerraron los detalles del matrimonio, después de un tira y floja por la dote, que al final se quedó en dos millones de dólares de entonces, que contribuyeron a sanear la economía de los Grimaldi. Grace tuvo que regatear con la Metro Goldwyn Mayer y la ruptura del contrato le costó la cesión de todos los derechos sobre la ceremonia nupcial que se celebró el 19 de abril de 1956 en la catedral de Montecarlo. A la rancia nobleza europea se unió lo más selecto de Hollywood. Un sueño en tecnicolor que siguieron en directo 30 millones de telespectadores. Hijos Los hijos llegaron enseguida. Carolina, Alberto y Estefanía se convirtieron en favoritos de la prensa del corazón, que mostraba siempre a una familia unida y encantadora. Los disgustos vinieron más tarde. El peor de su vida lo tuvo Rainiero en septiembre de 1982, cuando Grace murió en un accidente de tráfico que nunca quedó del todo explicado. Los rumores de que Estefanía conducía el automóvil en el que sufrieron el siniestro siempre rondaron la prensa rosa europea. Nunca consiguió reponerse de la pérdida de su esposa. Ni él ni el resto de los monegascos.

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