Diario de León
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No hay misterios sucesorios tras la muerte de Rainiero. Su hijo Alberto se dispone a asumir el cargo que le espera desde su nacimiento, hace 47 años, y que ya desempeña en funciones desde que, hace una semana, el estado de salud de su padre le hizo asumir la regencia del principado. Sin fecha aún para la coronación, los monegascos están hechos desde hace tiempo a la idea de que su nuevo príncipe será Alberto II. Desde el agravamiento de la enfermedad de Rainiero, el retrato de padre e hijo juntos y en uniforme de gala preside los escaparates de las tiendas de Montecarlo. Sus súbditos recibieron calurosamente el mensaje que les dirigió el pasado día 1, cuando asumió la regencia y anunció que se dedicaría con «fuerza, convicción y pasión» al ejercicio de la plenitud de los poderes soberanos de su padre. Veinte años ha dedicado el heredero de los Grimaldi a aprender el manejo de los entresijos del gobierno y de la gestión de esa gran empresa que es el Principado. En los últimos años ha representado a su pequeño país ante Naciones Unidas y ha sustituido a Rainiero en la mayoría de los viajes oficiales. Pero sigue soltero, a pesar de los muchos romances que se le han atribuido. El celibato El celibato de Alberto fue uno de los grandes dolores de cabeza de su padre. Cuando el Principado celebró su séptimo centenario, en 1998, se especuló con una posible abdicación de Rainiero, que él rechazó argumentando precisamente la soltería de su heredero. Temiéndose lo peor, Rainiero modificó en el 2002 la Constitución para garantizar la sucesión gracias a una norma que, como en España, prima a los varones en caso de haberlos. En los últimos años venía desempeñado un papel institucional cada vez más relevante, supliendo a su padre al frente de las delegaciones monegascas en viajes oficiales y actos protocolarios y diplomáticos. Desde la muerte de su madre, Alberto ocupa igualmente la presidencia de la Cruz Roja monegasca y de varias organizaciones humanitarias que fundó y comandaba Grace Kelly, como Amade o Ayuda y Presencia Si Alberto muriese sin descendencia, y teniendo en cuenta la edad de su hermana Carolina, el trono pasaría al hijo mayor de ésta, Andrea.

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