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Reflexión de lujo en Santa Marta

Los cardenales evitarán las penurias de su reclusión en la Capilla Sixtina gracias a la apertura de una hospedería

Publicado por
Fernanda Tabarés - enviada especial | roma
León

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El cónclave en el que será elegido el sucesor de Juan Pablo II será diferente a todos los anteriores. La inhumana clausura a la que fueron sometidos en el pasado los purpurados se ha relajado hasta el punto de que los cardenales disfrutarán por vez primera de un hospedaje que muchos han calificado de «lujoso». Durante el período de reclusión que se iniciará el próximo lunes los electores se alojarán fuera de la capilla Sixtina, en un edificio acondicionado por orden de Juan Pablo II y que, fuera del período de sede vacante, hospeda a personal eclesiástico vinculado a la Secretaría de Estado. La Casa de Santa Marta es un edificio austero de estilo neoclásico, ubicado a la derecha de la basílica de San Pedro. Funcionó durante años como hospicio y hospital, pero en 1992 Wojtyla ordenó que fuera rehabilitado para acoger a los cardenales durante el cónclave. La intervención fue muy cuestionada por organizaciones ambientales que incluso consiguieron paralizar los trabajos fundamentando una acusación de feísmo en toda regla. Según grupos como Italia Nostra, que denuncia estropicios urbanísticos, los nuevos volúmenes de la Casa Santa Marta complicaban gravemente la visión externa de San Pedro. La Unesco vino a revolver el conflicto, al certificar la oportunidad de la reforma promovida por el Vaticano. En 1996, la hospedería abría sus puertas. Médicos y confesores Santa Marta es hoy una moderna residencia con 106 suites, 22 habitaciones individuales y un apartamento. La gestionan las monjas de la orden de San Vicente de Paúl que cederán las instalaciones al reducido grupo de personas que atenderán a los cardenales. Un mini ejército sometido a las reglas de silencio y obediencia en el que habrá dos confesores y varios médicos, atentos a los achaques de los electores. El Vaticano promovió ayer una visita guiada muy particular al interior de Santa Marta: a través de un vídeo de 25 minutos de duración y sin voz, los periodistas recorrieron las instalaciones en las que descansarán los purpurados. Lo que se vio fue un edificio de seis alturas con angostas ven-tanas protegidas por persianas venecianas. La conexión con el exterior acontece a través de una puerta automática y dos escaleras simétricas. En el hall, preside un busto de Juan Pablo II. El restaurante, sencillo, tiene las paredes claras y el suelo también de mármol. Las mesas, redondas y cuadradas, tienen capacidad para una media de siete comensales. Si el menaje expuesto en el vídeo es el mismo que se utilizará durante el cónclave, los cardenales comerán en una sobria vajilla blanca y beberán en copas de cristal sin talla alguna. Las habitaciones de los electores están dispuestas a ambos lados de los pasillos. Las camas, estrechas, tienen cabecero y pie de madera oscura ornamentada, piezas antiguas rescatadas de los museos vaticanos, al igual que los cuadros y el resto de los adornos de la hospedería. En condiciones normales, las habitaciones disponen de un televisor que ha sido retirado para cumplir las reglas de aislamiento del cónclave y que, sin embargo, permanece en la biblioteca en la que los cardenales se reunirán para intercambiar opiniones. Para cubrir el kilómetro escaso que media entre la Casa Santa Marta y la capilla Sixtina los cardenales utilizarán un minibus, aunque también podrán desplazarse a pie. Para relajarse, tendrán a su disposición los fastuosos jardines vaticanos, con numerosas fuentes y pequeños edificios, como la Casina di Pio IV.