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LA IGLESIA Episcopal Irlandesa, junto a otras confesiones luteranas, sigue sosteniendo que el Papa de Roma es el auténtico y único Anticristo. Con catarata de argumentos lo demuestra bíblicamente en un librazo de los suyos la bestia parda del unionismo, reverendo Ian Paisley, que comulga en la misma fe cristiana y se come a Dios por la rabadilla. Me topo con este trabajo en mi navegación naufragada por internet con sólo introducir en el buscador la palabra «profecía». Los miles y miles de páginas que hacen referencia a Nostradamus o san Malaquías son las que están recibiendo más entradas en estos días. Se busca en los textos del agorerismo mundial y de la cosa profética una pista que despeje la identidad del próximo Papa. Se habla de un vicario negro en el próximo pontificado o de otro que sería hijo de hebrea y de un obispo (la futura Roma será Jerusalén porque habrá pacto con los judíos, mientras gana puntos la candidatura al papado del arzobispo de París, que nació judío y es converso). El lema que adjudica san Malaquías al próximo Papa es «Gloria Olivae», que puede traducirse como gloria del olivo... o de la oliva, aceituna, color que en la copla pinta al toro enamorado de la luna que le puso «Campanero» el mayoral. En otra página de internet veo una foto y leo que una sacerdotisa de Shiva le está imponiendo allí a Juan Pablo II esas marcas de colorines que les gustan a los hindúes en la frente. Nadie le advirtió al Papa del significado de esa señal y dice el experto en cojonerías que firma el artículo que esa es la marca de la Bestia. Se lo está pasando bomba el profetismo de internet, esa Babel de quince mil lenguas, autopista atascada de mentiras y verdades. Con los secretos de Fátima ocurre otro tanto. Circula en internet el texto del famoso tercer secreto y fuentes vaticanas se aprestan a desautorizarlo por falso, aunque sorprende que no suelten el bueno para acabar con las conjeturas y manipulaciones, pero sorprende aún más que el fallecido Papa y su entorno curial le hayan dado tanta importancia cuando la propia teología católica niega y desautoriza cualquier revelación divina tras la muerte del último apóstol. Bueno, pues quedémonos con las profecías de san Malaquías, que por ser santo es fiable: el próximo Papa será aceitunero. ¿Aceite?... Interprétese.

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