Año y medio de festejos con personalidades de primera fila

«Sí le entendiéramos, seríamos como él». Con esa frase, gráfica y tranquilizadora, un joven admitía a la salida de la conferencia grabada con antelación y pronunciada a través de un sintetizador de voz lo que seguramente pensaban casi todos los asistentes, muchos de los cuales desconectaron el auricular de la traducción simultánea antes de que acabara la charla. Entendederas aparte, todo el mundo se fue encantado. El señor de los agujeros negros no es ningún galáctico futbolístico, pero despierta las mismas pasiones que cualquier deportista de moda, como se pudo comprobar en el acto de ayer y en todas sus apariciones públicas desde que llegó a Asturias el jueves pasado. La intervención de Hawking fue escogida por la Fundación Príncipe de Asturias como escaparate con el que mostrar al mundo por dónde van a ir los tiros hasta finales del 2006, período en el que se espera que pasen por Oviedo un centenar de personalidades buena parte de todos los premiados vivos de primera fila. Por eso quizás en el acto sobró boato y se echó de menos un público que pudiera saborear un poco mejor lo que ocurría en el escenario. El auditorio, centro neurálgico de la alonsomanía los días que hay carrera de Fórmula 1, congregó a lo más granado de la sociedad asturiana, decenas de personalidades vinculadas a los premios y a un puñado de celebridades variopintas, desde Valentín Fuster o Manuel Patarroyo hasta el entrenador Camacho. Fraga, Julián Barrio o César Antonio Molina pusieron el toque gallego. El siguiente en ir a Oviedo será Woody Allen, que podría anunciar el rodaje de un documental sobre los 25 años de los premios y participar en un homenaje a su amigo fallecido Arthur Miller.