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Ex curas, gais y divorciados exigen un hueco en la Iglesia

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colpisa | ciudad del vaticano

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Homosexuales, sacerdotes que deciden abandonar la orden, divorciados, teólogos progresistas y otros muchos a los que el Vaticano de Juan Pablo II trató como hijos «proscritos» de Dios confían en que «algún día» la Iglesia se renueve y les abra las puertas. Para todos ellos, la muerte del Papa ha abierto un nuevo periodo en la Iglesia pero dudan que su sucesor se enfrente a cuestiones urgentes como el celibato opcional para los sacerdotes, la futura ordenación de las mujeres, la opción por los pobres o la necesidad de dejar de ver al homosexual como a un enfermo. «La Iglesia necesita una profunda revisión de sí misma si quiere dar respuesta a los retos del siglo XXI», afirmó el movimiento internacional progresista Somos Iglesia, nacido a mediados del pontificado de Juan Pablo II en Austria y extendido por Europa y América. La organización no consiguió «establecer un diálogo con la jerarquía de la Iglesia», que consideró que el grupo se apartaba del «magisterio católico». «No tengo esperanzas de que el Vaticano se renueve. No creo que el próximo Papa se ocupe de estas cuestiones pero un día, un pontífice admitirá que el celibato no es un dogma de fe», declaró Miguel Aguirre, un español que abandonó el sacerdocio y contrajo matrimonio civilmente en el 2004. Con una fe «intacta, replanteada y purificada», este católico no oculta su gran decepción con quienes dirigen la Iglesia actualmente y en el pasado. Desde que tomó la decisión de volver a ser un simple laico no puede, tristemente, recibir la comunión ni participar en grupos cristianos.