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PASARÁ pronto la risa general decretada en el país tras ver a una ministra sacar pisitos del bolso como conejos de sombrero. A juzgar por las carcajadas que se oyen en papeles y ondas, ha debido hacer mucha gracia la propuesta de proteger viviendas de cuarenta metros, cuando en principio la idea parece sugerente y, al menos, invita a consideración, que es cosa elegante. Y después de estudiarse haga cada cual lo que proceda: estoque hasta la bola o sombrerazo. Lo que afea a la risotada nacional es que sea inmediata, automática y de consigna. ¡A por ella, que es paisana, es insensata y es de los otros! Y todo, por sacarse un pisito del bolso. Hay quien se saca un plan vasco o una guerra de los cojones y estos de la risa se agüevan o incluso aplauden. Pero aquí con la Trujillo, por ser hembra la señal, puede ensañarse cualquier talibán de sacristía (a Losantos le bautizó así con voz episcopal Luis del Olmo y, mala cosa, va jodido el tío, con talibán se queda... y cojito pa toa la vía). Si en vez de hacer esta propuesta la ministra lo aprueba el parlamento danés o lo plantean multinacionalmente los ikeas o leroysmartín, los portavoces del cabreo pepero aplaudirían con las orejas y las nenas de la gorda risotada se mearían las bragas de pura ilu incontenida con esta idea tan fantástica, tan supercomodísima, qué pisito, para qué quieres más, de verdad, te lo juro, minimalismo hipergenial, lo mono es lo pequeño (la nena tiene también un smart; pija grande, coche pequeño). Viviendas de estas medidas se harán a patadas. El crecimiento urbano que es aberración en las grandes ciudades, junto a la fragmentación familiar y social, exigirán construirlas. Urbanistas y arquitectos lo tienen harto estudiado y previsto porque las unidades familiares de dos miembros o incluso de uno solo se multiplican vertiginosamente. Por ahí va la cosa. Se construirán. Vaya que sí. Entenderás ahora la furiosa risa de la oposición. Aquí hay negocio. ¿Quieren construirlas ellos? ¿Darán de comer la tarta al imperio del ladrillo y, después, al volver al poder, aprobarán su «ley de pisitos» para que el pastel siga en casa (lo mismo pasó con la mili)?... Me apuesto un doblón. Aquí hay madera. Y no es de la que arde, sino de encofrar pisos o hacer estaca para atizar los parlamentos de papel prensa o arrear la risotada en los hemiciclos de barra. Pero se construirán.