Diario de León

| En directo | Dentro de la Capilla Sixtina |

Veinte minutos en la gloria

Ochenta periodistas, elegidos por sorteo, visionan el lugar donde será elegido el Papa, justo antes de abrirse a los cardenales y cerrarse a cal y canto. El Diario estuvo allí

Publicado por
Laureano López
León

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enviado especial | vaticano Probando, probando, uno, due, tre; probando, probando, uno, due, tre. Nadie se espera encontrar micrófonos casi de discoteca en la Capilla Sixtina. Ni obreros de lápiz gordo enganchado entre la oreja y la cabeza. En realidad, uno tampoco se imagina que le toque una visita casi en exclusiva al lugar que a partir de mañana, y hasta que Dios quiera, será el centro del mundo. Pero estas cosas, a veces, pasan. Y es casi en exclusiva porque otros 79 periodistas, de los centenares acreditados en la Ciudad del Vaticano, corren la misma suerte. Son 20 minutos de gloria y en la gloria. También una buena ocasión para acordarse del esperanto. Porque pocos hablan el castellano. Afortunadamente, está Guido, que habla italiano, y, afortunadamente, Guido se ha comprado una corbata. Porque a la Capilla Sixtina, al menos hoy, no se entra sin corbata. Cuentan las crónicas que hace 530 años, a Miguel Ángel y compañía no se les exigió. Pero los tiempos han cambiado. Y aquí estamos, bajo la cúpula de la Capilla Sixtina, después del sorteo del viaje con papeletas introducidas en una caja de zapatos, después de pasar media hora en fila india sin saber muy bien por qué, de atravesar controles y más controles de seguridad, de saludar a dos, tres, cuatro miembros de la Guardia Suiza, de atravesar el Cortile San Dámaso y el Cortile del Marasciallo. Aquí, en la Capilla Sixtina, pegada a la Basílica de San Pedro, rodeada de la ciudad eterna, plena preparación de un cónclave que empezará mañana y en el que hoy se puede escuchar el probando, probando, uno, due, tre... Y también los susurros de los periodistas. No se puede hablar más alto ante la obra maestra de Miguel Ángel. Estamos en una visita al uso: no hay turistas empujando. Pero tampoco un guía que explique que la Capilla Sixtina fue mandada construir por el Papa Sixto IV. Ni tampoco que en 1508 Miguel Ángel nos regaló lo que todo el mundo hoy puede conocer, pero pocos pueden ver de cerca durante 20 minutos exactos: los frescos de la capilla, la Creación de Adán y el Juicio Final. Un Juicio Final, el de Miguel Ángel, que durante 20 minutos exactos sabe a gloria.

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