Diario de León

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EL QUE tiene una cara de cardenal que se la pisa es Moratinos, cardenal jovial de los que gustan al pueblo, cardenalón sonriente y conciliador, campechano, de los que convocarían un concilio ecuménico para que al final les saliera mal, como a Juan XXIII, que está viendo cómo sus incendiarios postconciliares de ayer son los bomberos de hoy. Le pones a Moratinos la púrpura vaticana o una casulla y le cuadra. Su cara es compendio de monje despensero, de abad de Samos, de afable granjero belga, de notario suizo e, incluso, de concertista de timbales en la semana musical de Saltzburgo. Lo que no me explico es que con esa cara blancurria tuviera tanto éxito como mediador internacional, especialmente en Oriente Medio, donde son morenos o torraos y con una mirada oblicua que también mata. Aptitudes demostradas para la diplomacia se le reconocen, pero fue el primero de este gobierno que eligió la oposición para atizarle como a muñeco de feria y no le quedó más remedio que heredar el trono en el que Fernando Morán fue crucificado y escarnecido por la escojonación nacional con burlas, chistes y enmiendas a la totalidad. Y ahí le tienes: Moratinos, Desatinos, un vejado Ecce Mono, dale leña hasta que aprenda el catecismo. La peña pepera se pasa. Y se delata. ¿Les preocupa tanto que Moratinos se tutee con Chirac o que le diga a Schröeder que la sanmiguel es mejor cerveza que los meaos con burbujas que hacen en Baviera?... porque Moratinos en Europa rula y hace tarea; por de pronto, consigue colocar siempre al jefe cerca de los mandatarios del bacalao para que se intercambien sonrisas encandiladas y traben alianzas que mosquean a Bush, a tito Bush. A Moratinos le han hecho carne de chiste. Justo al concluir la exequias pontificias hace una semana recibí este mensaje en el móvil (y tú): «Moratinos invitado a desalojar el Vaticano por empeñarse en dar el pésame a la viuda y a los hijos». A Moratinos, como a Morán, le están endilgando todos los chistes viejos, pero no parece importarle o incomodarle, comulga la broma, la disuclpa, ignora la burla y sigue en su bendita y cardenalicia terquedad. También Juan Pablo II sufrió como ninguno la burla ácida, el muñegote y el chiste salvaje en todos los idiomas. ... ¿A ver si al final van a canonizar también a Moratinos?

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