Esta dolencia suele estar estrechamente relacionada con el consumo de alcohol
Ernesto de Hannover supera la pancreatitis y sale del hospital
Los médicos dieron el alta al marido de Carolina tras 14 días en estado grave
Ernesto de Hannover salió ayer del hospital después de pasar allí 14 días entre la vida y la muerte. Durante ese tiempo aparecía que el príncipe se iba porque lo normal es que la pancreatitis se lleve a la mayoría de los que la padecen. Pero salió. No se sabe en que condiciones, pues el escueto comunicado distribuido por el palacio monegasco no incluye parte médico alguno. Se despacharon con un «Su Alteza Real el Príncipe de Hannover fue autorizado por sus médicos a salir del Centro Médico Princesa Grace de Mónaco el lunes 18 abril por la tarde». Y punto. A partir de ahora, el marido de Carolina deberá cuidarse. Siempre se tomo a chirigota las advertencias y recomendaciones médicas sobre los riesgos de abusar del alcohol. Nunca quiso conceder mayor importancia a los consejos, quizá porque en el ejercicio de sus escamoteos había sufrido lesiones mucho más aflictivas, de las que sanaba como por arte de ensalmo. Esta no ha sido la primera vez que los excesos llevaron al hospital a Ernesto de Hannover. Horas después de orinar en el pabellón turco de la Exposición Universal de 2000 en la ciudad alemana de su linaje, tuvo que ser hospitalizado. El malestar le llego después de un banquete en el castillo de Celle. Entonces no se dieron explicaciones. Como ahora. Prensa rosa Sobre Ernesto de Hannover circulan leyendas urbanas que lo imaginan como un individuo no sometido a las reglas que rigen la existencia del común de los mortales, infractor de los usos horarios, del sexto mandamiento y, por supuesto, del no beberás. Hasta que se caso con Carolina poco se conocía de su vida. Pero ahí la prensa rosa hinco sus dientes ayudándose en que la presa era fácil. De Ernesto Augusto Pablo Otto Rupprecht Oskar Berthold Friedrich-Ferdinand Christian Ludwig Hannover, de 51 anos, se ha escrito y dicho de todo. Entre sorbo y sorbo se caso con una suiza, tuvo dos hijos con ella, se divorció, se volvió a casar, tuvo una hija, arremango un par de paraguazos, echo sus gorilas contra unos cuantos y se puso a morir justo cuando su sufrido suegro agonizaba. Pero Carolina, sin duda, lo catapultó a la fama. No era así su biografía antes de conocer a Carolina de Mónaco. Hasta entonces, era un hombre culto, millonario y de buen humor. La mayor de Rainiero lo catapultó a las páginas de las revistas del corazón, que no han hecho otra cosa que recoger las andanzas del príncipe travieso. Ya un año antes de la boda, Ernesto protagonizaba su primer gran escándalo. Corrió a paraguazos a un cámara de televisión que le esperaba a las puertas de una de sus mansiones en Calenberg. Una de las más sonadas meteduras de pata la protagonizó en España. Viajó junto a su esposa a la boda del príncipe y Leticia, pero tras la cena oficial celebrada la víspera, no volvió al hotel con su mujer y siguió la fiesta por su cuenta. A la mañana siguiente Carolina acudió sola a la ceremonia. ¿Dónde estaba Ernesto? ¿Durmiéndola?