Barra libre
BUTRAGUEÑO dijo en su día que Florentino era «un ser superior». Ahora, la vicepresidenta Fernández de la Vega, ha dicho lo mismo de Zapatero. Me lo temía. Tal vez sea porque ZP está convirtiendo España en un bar donde hay barra libre, a cambio de jalear a los camareros. La Generalitat catalana, donde no se sabe quién va más allá, si Esquerra Republicana o Maragall, propone romper la unidad fiscal y devolver al Estado el 50 por ciento de lo que recaude, así como decidir cuánto y cómo aporta solidariamente al resto de España. Eso es tan inaceptable que hasta en Moncloa han puesto el grito en el cielo. Pero como Zapatero dijo que aceptaría la reforma de los Estatutos si venían con un consenso mayoritario, ahora es víctima de su propia trampa y podría encontrarse en franca minoría en el Congreso de los Diputados, porque el PSC mira más a Cataluña que a ZP y no digo a España. En el País Vasco, para salir del callejón en el que el propio Zapatero nos ha metido a todos, muchos temen que el objetivo del Gobierno sea pactar con el PNV y negociar con ETA, aun a cambio de poner en peligro el futuro de la mitad de los habitantes del País Vasco y la unidad de España. En las próximas elecciones gallegas, el PSOE podría acabar en los brazos del Bloque para echar al PP y el precio a pagar puede ser, también, muy elevado. Barra libre para seguir en el poder y compromisos de todo tipo, desde el traslado de organismos públicos, la traducción de películas al gallego y al catalán o lo que haga falta. La barra libre se extiende al lobby gay, cada día más fuerte o a la invasión de inmigrantes sin papeles que entran en España fraudulentamente con la seguridad de que cualquier papel les servirá para quedarse en España... y en Europa. Otras medidas del mismo signo, como la legislación para proteger a las mujeres, no han dado resultados y la nueva reforma educativa no ha logrado ningún consenso, entre otras cosas porque no se ha buscado. Pero el jefe de los camareros, en la búsqueda de votos a coste cero a cambio de que no le quiten, sonríe a todos, es complaciente y ofrece barra libre. Y los clientes están encantados... Si sigue así, el bar España tiene un futuro tan negro como el presidente del Congreso en tarde de pleno.