EL INFORME PISA sobre temas educativos ha llenado muchas páginas de los periódicos y promete seguir haciéndolo. Santillana acaba de editarlo para que muchos más puedan tener acceso a él. En la presentación, el director de Educación de la OCDE, ponía como ejemplo a Finlandia, donde, sin una gran inversión educativa, se están consiguiendo algunos resultados cercanos a la excelencia. Me llamó la atención algunas reflexiones sobre el profesorado. Por ejemplo, que en las universidades de ese país se exija la misma puntuación a los que quieren estudiar para ser profesores que a los que quieren ser médicos. Es una excelente medida para mejorar en pocos años la calidad de la educación y, más aún, para convencer a la sociedad de que ser profesor o médico es igual de importante, muy importante. En España podríamos empezar por algo parecido, en lugar de usar la retórica vacía desde el poder y desde la oposición. Lo segundo es que varios países están planteándose medidas de apoyo al profesorado en el aspecto económico: pagar más a los más demandados, dar prioridad en los préstamos a los profesores o no cobrarles intereses bancarios... Medidas que se puedan
. Pero cuando uno escucha esto, piensa en España y se le caen los palos del sombrajo. En algunas comunidades autónomas, los índices de interinidad son del 35 por ciento, los sueldos no es que sean bajos, son míseros, no hay una carrera profesional... Si no son respetados por las autoridades académicas, ¿cómo lo van a ser por parte de los padres? Y si no les respetan las autoridades y los padres, ¿cómo pedir que les respeten los alumnos? Por eso, tenemos que indignarnos cuando el debate educativo, en lugar de afrontar en serio los problemas de fondo, entre ellos la dignificación real del profesorado, se pierde por los vericuetos de la enseñanza de la religión o en la admisión de alumnos en los centros concertados. Si hay una infracción, que se denuncie y si no la hay, que se callen. La realidad es que los resultados educativos en España son peores de lo que deberían ser, incluso con la insuficiente inversión actual, y, según el informe PISA, tampoco tienen que ver con el origen socioeconómico de los alumnos. El que vale, puede llegar. El problema es que los políticos siguen jugando con la educación, es decir, haciendo política de partido con la educación de todos- en lugar de ponerse a arreglarla: en matemáticas, ciencia y lectura, España ocupa el puesto 26 entre 41 países. Y puede ser peor.
