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CRÉMER CONTRA CRÉMER

Los bomberos y Villalar

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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Y LA COLABORADORA que sigue mi marcha entrecortada entre las filas de letras de la Olivetti, me interrumpe para decirme: «Jefe, ¿me quiere decir qué tiene que ver Villalar, que es fecha histórica y polémica con el servicio benéfico de los bomberos, sean de París o de La Bañeza?» Y sin perder el temple ni el sentido de la orientación para dar con la letra que pretendo utilizar en mi trabajo, respondo: «Pues verá usted, lo de Villalar, así que se acerca la fecha de la conmemoración se convierte en un incendio pasional, para dominar el cual, se necesitaría un servicio de apagafuegos políticos infinitamente más eficaz y seguro que aquel del cual nos valemos para dominar incendios tradicionales. En León la fecha fue llegada y el incendio tuvo lugar allá por el día 18 ó 19 de este mismo mes de abril, el de los fríos mil, evento del que este pliego de información dio noticia puntual». Puede parecer y sin duda lo es, que la conmemoración de los comuneros de Villalar, es estampa que nos ha sido ofrecida para levantar nuestro espíritu histórico y aunque se conmemora con reticencias pero con indudable espíritu de animación de un suceso que tuvo mucha miga durante el transcurso y que acabó como el rosario de la aurora, de entonces data la proclamación de este día 23 del mes de las lluvias como día muy histórico y muy emblemático, sugiriéndonos a todos -¡y a todas!- la obligación de responder a tan memorable fecha con lealtad y solidaridad para con los vivos y con los muertos. Para lo primero, la Junta de Castilla y León se ha preocupado en componer y mantener un programa de actos verdaderamente, digno de ser acogido con entusiasmo, quizá porque la pelea de los comuneros fue una guerra interior en la cual intervinimos los leoneses en una proporción, análoga a la que jugaron pueblos tan ilustres y entrañables como Soria, Segovia, Burgos o Valladolid. La voluntad de castellanos y leoneses (salvo elusiones) consiguió la creación de una fundación que con dificultades está consiguiendo convertir la fecha en un signo político, social y hasta económico lo bastante benéfico como para prestarle apoyo. Pero este logro alcanzado en lo histórico-conmemorativo no lo consigue el servicio de incendios. Me refiero al que se ejerce, cuando puede, en el territorio comunero de La Bañeza, por ejemplo, que es tierra leonesa, salvo error u omisión. La crónica del incendio que se declaró durante la segunda quincena del mes de abril, explica los motivos por los cuales los bañezanos se sienten inasistidos. Dada la intensidad del incendio hubo que solicitar la colaboración de los servicios de León capital y de Astorga también capital (de la Maragatería se supone). Y con asombro el público pudo comprobar que aquellos heroicos bomberos que se disponían a apagar el fuego, acudían a la demanda con un equipo que en poridad no serviría ni para apagar una cerilla: Dos pares de botas, dos cascos, dos viejas caretas que no se utilizan y unos chalecos reflectantes, parco equipo repito para dominar un fuego irracional. Y no es por nada pero a mí esta situación, análoga a otra que sucedió hace milenios en Valencia de Don Juan (donde la Bonifacia / un incendio pretendió apagar / pero el ridículo fue a hacer / porque la dio por no funcionar), pues esta situación, digo, me produce un efecto de irritación malo para la salud, porque pienso por mi cuenta que, así como se acarrean dineros para cubrir necesidades inventadas, no se cuenta con medios para apagar un fuego.